La herencia de la reina Sofía desencadena hostilidades en la familia
Tensiones soterradas ponen a prueba la frágil calma en la familia real

La reina Sofía, a sus 86 años, esperaba un final de etapa sereno. Pero su herencia ha encendido un fuego inesperado. Lo que parecía un simple trámite se ha convertido en un campo de batalla familiar. El problema empezó cuando Felipe VI renunció a la herencia de su padre, Juan Carlos I. Lo hizo en medio de los escándalos que rodeaban al rey emérito. Con esa decisión, reforzó su imagen de jefe de Estado ejemplar.
Ahora, la herencia de su madre plantea un dilema. Felipe no ha dicho que vaya a rechazarla. Y eso ha molestado a sus hermanas, Elena y Cristina. Ellas creen que es incoherente aceptar una parte del patrimonio si todo procede del mismo origen. La reina Sofía habría pensado en repartir su fortuna entre sus tres hijos. Pero el testamento del rey emérito también la incluye a ella, mezclando cuentas y complicando todo. Incluso la princesa Leonor podría recibir algo. Cada movimiento abre nuevas tensiones.
Orgullo, heridas y silencio
Detrás del dinero, hay viejas heridas. Elena y Cristina llevan años apartadas de la vida oficial. Sin representación institucional, sin asignaciones económicas. Ven en la herencia una compensación y quieren un reparto sin excepciones.
Felipe, por su parte, guarda silencio. No ha firmado ninguna renuncia ni ha dado explicaciones. Pero su postura, distinta en cada caso, ha abierto una grieta. Una grieta que amenaza con romper los pocos hilos de unidad que aún quedan. Mientras tanto, Juan Carlos I sigue lejos, con la salud debilitada y envuelto en polémicas. Su posible regreso divide aún más a los hijos. En este clima, la familia real se mueve entre orgullo y desconfianza.
La herencia de Sofía no es solo cuestión de cifras. Es un espejo que refleja resentimientos acumulados y diferencias irreconciliables. Lo que decida Felipe marcará no solo el futuro económico del clan, sino también la imagen pública de la monarquía. Por ahora, el reloj sigue corriendo y en Zarzuela, el silencio pesa más que las palabras. Todo apunta a que esta herencia será el último capítulo de una historia familiar marcada por secretos, orgullo y heridas que nunca cerraron.