La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin firman nuevos acuerdos en la notaría de Ginebra
Iñaki Urdangarin se ha asegurado un millón de euros
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin han vuelto a coincidir en la notaría de Ginebra, escenario donde en los últimos meses han resuelto diferentes cuestiones legales que mantenían pendientes desde su separación. El encuentro, discreto pero inevitablemente comentado en su entorno, confirma que la relación entre ambos sigue marcada por los papeles y los números, aunque el vínculo personal esté ya roto.
Nada ha trascendido oficialmente sobre el contenido de estos nuevos acuerdos, pero todo apunta a que giran en torno al histórico piso de Pedralbes, la propiedad más simbólica de la pareja en Barcelona. Durante años, este inmueble estuvo en el centro de especulaciones, entre ventas ficticias, sociedades interpuestas y estrategias financieras que trataron de camuflar la adquisición posterior del palacete donde residieron como duques de Palma. Ahora, con la firma de Ginebra, parece que el círculo se cierra.

Urdangarin siempre sale ganando
El reparto es claro: Iñaki se habría asegurado una cifra cercana al millón de euros por su parte, mientras que Cristina consolida la titularidad sobre la vivienda. La operación no sorprende en los despachos cercanos a la familia, ya que la infanta lleva meses organizando su retorno definitivo a Barcelona, instalándose en el mismo entorno de Pedralbes que abandonó hace una década tras el escándalo Nóos. Allí, en una finca de vecinos, encuentra de nuevo un refugio en la ciudad que la vio crecer y que fue testigo de su auge y caída.
Y es que Cristina necesita estabilidad. Con sus hijos ya emancipados, salvo los viajes puntuales para seguir de cerca la carrera deportiva de Pablo, la infanta busca recuperar cierta normalidad. Barcelona le ofrece discreción, distancia de Ginebra y, a la vez, proximidad con su madre, la reina Sofía, que atraviesa momentos delicados a nivel familiar.Por su parte, Urdangarin parece resignado. Alejado de la vida pública, pendiente únicamente de sus hijos y de encontrar un nuevo rumbo personal, acepta este acuerdo como parte de un proceso que aún arrastra sombras. Un millón de euros es el precio de cerrar un capítulo patrimonial que llevaba años pendiente y que, poco a poco, va despejando la compleja madeja económica de los ex duques de Palma.
Así pues, con la notaría de Ginebra como testigo silencioso, Cristina y Urdangarin siguen dando pasos hacia adelante en un divorcio que, aunque firmado en lo personal, todavía se sigue escribiendo en el terreno económico.