La infanta Cristina atravesó uno de los momentos más difíciles de su vida tras la ruptura definitiva con Iñaki Urdangarin. Aunque las señales de distanciamiento eran evidentes, ella mantenía la esperanza de una reconciliación. No solo continuaba llevando su alianza, sino que incluso, según fuentes cercanas, llegó a proponerle a su exmarido mantener una relación secreta.
Sin embargo, todo cambió con la aparición pública de Urdangarin junto a Ainhoa Armentia. Aquellas imágenes en Biarritz no solo confirmaron el fin del matrimonio, sino que supusieron una humillación emocional para Cristina. La exposición mediática de ese nuevo romance fue un golpe duro. Ella, aún enamorada, se sintió traicionada y abandonada.
Este episodio desencadenó en la infanta un fuerte deterioro psicológico. Dejó de comer, perdió peso y se aisló incluso de sus amigos más cercanos. La tristeza se instaló en su día a día, acompañada de ansiedad y una sensación constante de vacío.

Atención médica urgente en Suiza
Consciente de que la situación era insostenible, su círculo más íntimo, y especialmente sus hijos, la convenció de buscar ayuda. Cristina ingresó en una prestigiosa clínica de salud mental en Ginebra. El tratamiento fue intensivo, psiquiatras y psicólogos trabajaron con ella durante semana en un entorno controlado y confidencial. Durante su estancia, se limitó todo contacto externo, especialmente con personas relacionadas con Urdangarin. El objetivo era claro: protegerla y ofrecerle un espacio de sanación, lejos de cualquier influencia tóxica o recuerdos dolorosos.
La recuperación fue lenta, pero constante. Con el tiempo, la infanta logró estabilizarse emocionalmente. Tras firmar finalmente el divorcio, comenzó una nueva etapa más serena, centrada en sus hijos y en su bienestar personal.
Hoy, Cristina de Borbón ha recuperado parte de la paz que había perdido. Aceptó su nueva realidad y, aunque las heridas aún cicatrizan, ha demostrado una fuerza silenciosa para rehacerse desde el dolor.
Y aunque prefiere mantenerse lejos del foco mediático, quienes la rodean aseguran que vuelve a sonreír. Poco a poco ha retomado las riendas de su vida, volviendo a disfrutar de los pequeños placeres cotidianos, reencontrándose con su entorno más íntimo y enfocándose en lo verdaderamente importante: su salud emocional y el amor incondicional de sus hijos, que han sido su mayor apoyo en los momentos más oscuros.