La infanta Cristina hace llegar un mensaje nada amable de su hermano a Iñaki Urdangarin
Una reaparición mediática que inquieta a la Casa Real y reabre tensiones
La reciente entrevista de Iñaki Urdangarin, la primera que concede desde hace años, ha generado un notable revuelo en el entorno más cercano al rey Juan Carlos I. Lo que parecía un simple gesto de reapertura pública por parte del exduque de Palma se ha interpretado internamente como un movimiento arriesgado, inesperado y, sobre todo, inoportuno.
Según fuentes del círculo habitual del rey emérito, la reaparición mediática de Urdangarin se percibe como “un disparate en general”, una maniobra difícil de controlar y que añade tensión a un ambiente ya de por sí sensible. En esos mismos círculos se repite una expresión que refleja el estado de ánimo: “Le crecen los enanos”. Con ella quieren decir que, en un momento en el que la familia Borbón ya lidia con diferentes frentes, la entrevista de Urdangarin aparece como un problema añadido.
La preocupación del emérito no es tanto por el contenido del programa, sino por las consecuencias que pueda tener para la imagen de su hija Cristina. Tras una década marcada por el caso Nóos, durante la cual Urdangarin permaneció en un segundo plano absoluto, su vuelta al foco público reabre heridas y temores que en Zarzuela preferían mantener cerrados. El hecho de que el programa Pla Seqüència dedique más de cincuenta minutos a recorrer la vida personal, deportiva y emocional del exduque no ayuda a calmar estas inquietudes.

Cristina mantiene el silencio, pero transmite un aviso
Mientras en el entorno del rey Juan Carlos I se acumulan dudas y gestos de alarma, la infanta Cristina y sus hijos han optado por una postura muy distinta: el silencio absoluto. No quieren hacer declaraciones, no se pronuncian sobre la entrevista y tampoco revelan cómo la han encajado. Su estrategia es clara: no alimentar el ruido mediático.
Sin embargo, ese silencio no significa indiferencia. Tal como ha trascendido, Cristina ha hecho llegar a Urdangarin un mensaje procedente de su hermano, un aviso directo y poco amable. La idea es firme: la exposición mediática del exduque no es bien recibida y puede acabar perjudicando no solo su propia imagen, sino la de toda la familia. El mensaje transmite la incomodidad por el momento elegido, así como el temor a que esta nueva etapa pública reactive debates internos que parecían superados.
Mientras tanto, Urdangarin defiende su voluntad de hablar desde un lugar personal, marcado por la reflexión y la necesidad de cerrar etapas. Pero su gesto, lejos de pasar desapercibido, ha resucitado tensiones en una familia que intenta mantener un perfil discreto. La emisión completa de la entrevista promete más detalles, pero también más inquietud dentro de la Casa Real, donde la situación se vive como una complicación tan inesperada como indeseada.