La infanta Cristina ingresó en Suiza por un trastorno agravado

Un episodio delicado marcó un punto de inflexión en la vida de la infanta Cristina, que ahora reaparece distinta

La infanta Cristina ingresó en Suiza por un trastorno agravado

La separación de Iñaki Urdangarin no solo supuso el fin de un matrimonio. También afectó profundamente a la salud mental de la infanta Cristina. Según diversas fuentes, la hermana del rey llegó a dejar de comer durante los primeros meses de su ruptura. Fue un golpe duro, tanto en lo personal como en lo emocional.

Cristina, que siempre ha evitado protagonizar titulares, no pudo sostener el equilibrio esta vez. El desgaste acumulado y la exposición mediática provocaron un bajón anímico importante. La situación preocupó a su entorno, que decidió intervenir. En silencio, y lejos del foco, viajó a Suiza para ingresar en un centro especializado.

Durante semanas, estuvo bajo cuidado de profesionales de la salud mental. Recibió apoyo psicológico intensivo y seguimiento médico. La prioridad era estabilizar su estado físico y emocional. La infanta, aseguran, se dejó ayudar. Poco a poco, fue recuperando el ánimo y retomando hábitos saludables.

Infanta Cristina

Recuperación y vuelta a escena

Hoy la situación ha dado un giro importante. Cristina ha vuelto a dejarse ver en público y lo ha hecho con una imagen muy distinta a la de hace unos meses. Se la nota más serena, más sonriente y con mejor aspecto físico, aunque esta vez no por el abandono ni la tristeza, sino por el autocuidado. Ha retomado rutinas que había dejado atrás, ha vuelto a ver a sus amigos y ha recuperado cierta normalidad en su día a día. Incluso ha viajado hasta Medina Sidonia para asistir a un evento social, mostrándose cercana y animada.

Este momento, lejos de ser incómodo, lo vive como un auténtico alivio. Siente que, poco a poco, vuelve a respirar. Sus hijos están encarrilando sus vidas y eso también le da paz. Irene, la menor, atraviesa una etapa de dudas tras dejar los estudios, pero cuenta con el respaldo firme de sus padres, que están muy presentes en este proceso de búsqueda personal.

Cristina continúa además muy vinculada a Barcelona. Allí se encuentra su trabajo en La Caixa y también Pablo, su segundo hijo, que acaba de mudarse a un piso propio cerca de la oficina de su madre. Entre ambos hay una relación muy estrecha. Ella, orgullosa, lo ha visitado ya varias veces y celebra con emoción cómo se va organizando, creciendo y construyendo su camino. Esa estabilidad familiar, sumada a su mejora emocional, le ha devuelto la tranquilidad que tanto necesitaba. Por fin, la infanta empieza a mirar al futuro con más calma y con renovada esperanza.