La infanta Cristina llora mucho por el estado en el que se encuentra su padre
Juan Carlos I se está mostrando especialmente desmejorado

Desde que se mudó para vivir en Abu Dabi, la vida de Juan Carlos I ha dado un giro radical. El emérito cambió España por Emiratos Árabes para disfrutar de la vida y rodearse de todo tipo de lujos para pasar sus últimos años pasándolo muy bien. Sin embargo, el plan de Don Juan Carlos, rápidamente se fue a pique por culpa de un empeoramiento progresivo en su estado de salud, tanto física como mental que ha acabado haciendo que tanto él como sus seres queridos lo estén pasando realmente mal.
De hecho, según han revelado fuentes cercanas a la Casa Real, el emérito ha dejado de caminar y ha quedado postrado en una silla de ruedas. Lo que ha hecho que mentalmente se derrumbe por completo. Pues, si había algo que Juan Carlos I no iba a ser capaz de soportar era esa sensación de verse derrotado y abandonado por los suyos. Lo que lo ha llevado a sufrir una depresión que lo ha dejado sin ánimo para hacer nada.
La infanta Cristina no reconoce a su padre
Además, si no fuera suficiente con el hecho de ver como su padre está destrozado anímicamente, la infanta Cristina también comienza a percibir que cognitivamente Juan Carlos I tampoco está en sus mejores facultades. Más bien todo lo contrario. Ya no queda nada de ese hombre de mente rápida y con un sentido del humor especialmente ácido. Ahora es un hombre sensible y que apenas es capaz de reconocer a algunos amigos y de recordar cosas a medio plazo.
Según la información revelada por José Antonio Zarzalejos, los lapsus de Juan Carlos I son algo muy propio de la edad. Cabe destacar que a sus 87 años, el emérito está perdiendo facultades de una forma relativamente normal. Lo que no implica que sea una buena noticia, ya que, sea o no normal, la realidad es que Don Juan Carlos se va apagando poco a poco.
Así pues, cada vez que va a visitar a su padre, la infanta Cristina acaba llorando a lágrima viva al percibir que su padre no hace más que empeorar. Y es que cognitivamente, Juan Carlos I ya no es ni va a ser el mismo de siempre.