La infanta Cristina pide ayuda para Juan Urdangarin
Juan Urdangarin necesita tratamiento
La infanta Cristina nunca ha dejado de preocuparse por el bienestar de sus hijos. Su empeño ha sido siempre mantenerlos en un segundo plano para no despertar tensiones con Felipe VI y Letizia, intentando proyectar una imagen de familia discreta y responsable. Sin embargo, la realidad dentro del clan es bien distinta: los jóvenes Urdangarin cargan con el apellido Borbón y con un destino marcado por la inestabilidad, los errores y las dudas sobre su futuro.
En los últimos tiempos, la infanta ha tenido que volcarse en Miguel e Irene Urdangarin, dos hijos que han supuesto un verdadero quebradero de cabeza. Miguel, tras fracasar en su búsqueda de trabajo, trató de abrirse camino como monitor de esquí, pero una lesión truncó sus planes y acabó instalado en la Zarzuela con la reina Sofía. Por su parte, Irene no logró acceder a la universidad suiza donde soñaba estudiar Dirección Hotelera, un golpe que la dejó desubicada y que obligó a Cristina a estar más pendiente de ella.

Juan lleva años pasandólo muy mal
Y es que mientras trataba de sostener a los pequeños, la infanta olvidó mirar hacia Juan Urdangarin, el primogénito y quizá el más marcado por el caso Nóos. Fue él quien vivió en primera persona los insultos, el escrutinio público y la caída de sus padres. En plena adolescencia se convirtió casi en un segundo padre para sus hermanos, cambiando varias veces de escuela y soportando episodios de acoso que lo llevaron a terapia. Ese peso emocional nunca se borró.
De este modo, el joven atraviesa ahora una nueva crisis que inquieta profundamente a su madre. Aunque trabaja en Londres, en la empresa automovilística de un sobrino de José María Aznar, su estabilidad se tambalea. La ruptura con su pareja, un economista británico, y su carácter introspectivo lo empujan hacia el aislamiento. Religioso y hermético, no es extraño que se refugie durante semanas en conventos, desconectado del mundo exterior, una actitud que enciende todas las alarmas de la infanta.
Así pues, Cristina ha decidido dar un paso más y, aprovechando su reciente acercamiento a su hermano el Rey, ha pedido ayuda para que su hijo pueda pasar el verano en la Zarzuela. Confía en que el entorno familiar y la cercanía de Irene, que regresa a Madrid tras los exámenes para reunirse con Juan Urquijo, sirvan como bálsamo para el primogénito. La hermana de Felipe VI sabe que Juan necesita estabilidad, y está dispuesta a todo para evitar que el peso del apellido Borbón lo arrastre definitivamente.