La infanta Cristina sufrió las consecuencias derivadas del consumo abusivo de alcohol
La Casa Real llevaba años ocultando los problemas del emérito con el alcohol
Si hay algo que han profesionalizado al máximo nivel dentro de Zarzuela, ha sido su capacidad para mantener en secreto aquellas verdades incómodas que puedan perturbar la estabilidad de la institución. En este sentido, uno de los temas que siempre se trató de esquivar fue el de los problemas de Juan Carlos I con el alcohol. El emérito siempre fue incapaz de controlar sus impulsos a la hora de beber y eso lo llevó a tener importantes problemas, no solo con su entorno, que vivía con gran dolor emocional su adicción, sino que también le provocó un problema físico que todavía arrastra a día de hoy.
Y es que, tal y como revela en sus textos, Corinna Larsen, en el safari de Botsuana fue donde Juan Carlos I llevó sus problemas al máximo nivel. En aquel safari que acabó convertido en un escándalo mundial, aquella famosa caída del emérito no fue un simple tropezón, sino la consecuencia de una borrachera monumental que dejó al emérito sin poder mantenerse en pie. Aquella noche, el alcohol corría como un río, y Juan Carlos, ajeno a las consecuencias, acabó desplomándose antes de llegar a su alojamiento. La fractura de cadera fue solo la secuela física de una decadencia moral que muchos se esforzaron en tapar.

Cristina lleva años sufriendo en silencio
Sin embargo, más allá de los problemas que haya podido desarrollar por el abuso de alcohol, Juan Carlos I ha causado un dolor terrible en aquellas personas que han convivido con él. En este sentido, la infanta Cristina guarda un pésimo recuerdo de su padre, que nunca tuvo en cuenta a nadie a la hora de beber sin control y ponerse en un estado lamentable. Y es que, más allá de Elena, que era la que daba la cara de cara al público, Cristina también vivía en privado el problema de su padre.
Todo esto lo sobrellevaba mientras estaba implicada en el caso Nóos. La infanta Cristina tuvo que aguantar todos los problemas judiciales que la estaban salpicando mientras en casa soportaba ver cómo su padre consumía alcohol sin ningún tipo de control, lo que le costó la salud mental y dejó absolutamente devastada a la infanta Cristina.