La infanta Cristina y Elena heredan una mansión de 11 millones
Una vez fallezca Juan Carlos I, Cristina y Elena deberán gestionar su patrimonio
A lo largo de su vida, Juan Carlos I ha sido capaz de acumular una cantidad de riqueza tan grande que ha hecho que sea realmente complicad cuantificar el valor total de un patrimonio que, según han ido revelando varias fuentes, podría llegar a tener un valor cercano a los 1.800 millones de euros. Un dinero que, más allá de haber permitido que el emérito tenga todos los lujos que quiera, también ha generado gran controversia por culpa de su origen, el cual es ciertamente opaco. Lo que ha provocado que, por todas las irregularidades fiscales, el emérito tenga su fortuna en bancos suizos y en inversiones fuera de España.
En este sentido, para que toda esa fortuna que Don Juan Carlos quiere dejar a sus hijas en herencia no se vea afectada por las actuaciones de la Haciendo de España, el emérito ha creado una fundación con sede en Abu Dabi, cuya intención no es otra que la de permitir que Elena y Cristina puedan repartirse sin problemas todo el patrimonio de su padre.
Juan Carlos I tiene mucho dinero en Emiratos Árabes
De hecho, según han revelado fuentes cercanas a la Casa Real, Don Juan Carlos cuenta con una mansión repleta de lujos, la cual antes era propiedad del jeque Mansour, dueño del Manchester City, y que ahora, una vez fallezca, pasaría a estar en manos de las infantas Cristina y Elena, que saben que con solamente esa mansión, ya se podrían llegar a embolsar hasta 11 millones de euros.
Para evitar pagar ningún tipo de impuesto al fisco español. Esta mansión y otros muchos lujos de Juan Carlos I, no pasarán a sus hijas por testamento directo, sino que la harán a través de la fundación que el emérito tiene en Abu Dabi. Ya que de no hacerlo así, en Zarzuela saben que el fisco español podría meter la mano y fiscalizar toda la fortuna de Juan Carlos I.
Así pues, tanto la infanta Cristina como la infanta Elena ya saben que van a heredar una de las mansiones más lujosas de Abu Dabi. Todo gracias a los juegos legales de un Juan Carlos I, que lo tiene todo atado y bien atado.