La infanta Elena arrastra dificultades graves desde el colegio
Una historia discreta dentro de una de las familias más observadas de España

Desde muy pequeña, la infanta Elena tuvo que enfrentarse a obstáculos que marcaron su desarrollo. En el colegio “El Camino”, donde cursó parte de su educación, los profesores alertaron a sus padres: la niña no alcanzaba el nivel mínimo esperado para su edad. La situación preocupaba. No era solo una cuestión de rendimiento académico. Elena necesitó apoyo constante de profesores particulares y psicólogos. Logró sacar adelante sus estudios, sí, pero con mucha ayuda.
Ser hija del entonces príncipe Juan Carlos no significaba tenerlo todo fácil. Aunque superó el curso, fue gracias a un entorno volcado en ayudarla. No destacó por sus calificaciones ni por su capacidad intelectual. Y aunque algunos piensen que estas dificultades se habrían tratado de forma distinta si no fuera quien era, lo cierto es que su entorno decidió protegerla. Nunca se la educó como futura reina. Desde muy pequeña supo que ese destino era para su hermano Felipe.
Lealtad, familia y ausencia institucional
Elena nunca fue preparada para reinar, pero sí para obedecer. Esa ha sido una constante en su vida. Cuando se la apartó de la Familia Real en 2014 tras la abdicación de su padre, aceptó su nueva situación con disciplina. Desde entonces, forma parte de la familia del Rey, pero sin funciones institucionales. Le dolió. Se notó. Pero no se rebeló. No lo ha hecho nunca.
Tal vez por eso mantiene una relación tan cercana con don Juan Carlos. Su padre ha sido su principal referente. Ni los escándalos financieros ni las polémicas sentimentales que rodean al rey emérito han roto ese vínculo. Al contrario, lo han reforzado. Elena le visita con frecuencia en Dubái y le acompaña en Sanxenxo cuando vuelve a España. Comparten gustos y visión de la monarquía. Ambos representan una idea más tradicional de la institución.
En su 50º cumpleaños, la infanta habló de “la cultura del esfuerzo” que su padre les transmitió. Una frase que resume bien su vida: trabajo silencioso, fidelidad inquebrantable y pocas recompensas visibles. Porque aunque ya no tenga un papel oficial, doña Elena ha sabido mantenerse en su sitio. Siempre con lealtad. Siempre en segundo plano. Y con heridas que vienen de lejos. Desde el colegio.