La infanta Elena ha encontrado a su madre en el suelo
La reina Sofía va de mal en peor y Elena lo sabe muy bien

En Zarzuela, la imagen ha sido tan dolorosa como inesperada. La infanta Elena, acostumbrada a lidiar con las tensiones familiares, entró en la habitación y vio a la reina Sofía en el suelo, incapaz de levantarse por sí misma. La escena, según cuentan fuentes cercanas, fue fruto de una de esas caídas que se han vuelto cada vez más frecuentes en los últimos meses, consecuencia de sus problemas de circulación y de unas piernas que ya no responden como antes.
Y es que doña Sofía atraviesa un momento extremadamente delicado. Apenas come, duerme poco y, según apunta la periodista Pilar Eyre, llora más de lo que se atreve a reconocer en público. El peso de la enfermedad de su hermana Irene de Grecia, el enfrentamiento constante entre sus hijos y, cómo no, las viejas heridas causadas por Juan Carlos I, han terminado por hundir su ánimo. El brillo que la caracterizó durante décadas parece apagado y, en su lugar, queda una mujer frágil, con la mirada perdida y un andar inseguro.
Esta no ha sido la priera caída de Sofía
La caída que presenció Elena no fue la primera… ni probablemente será la última. Los médicos ya le habían advertido del riesgo: sus problemas circulatorios la dejan sin fuerza para sostenerse, y cualquier tropiezo puede tener consecuencias graves. Sin embargo, lo más preocupante no es solo lo físico, sino lo emocional. Desde hace semanas, la reina Sofía se aísla más, rechaza actos oficiales y evita prolongar conversaciones. Su entorno asegura que siente que ha perdido el control de su vida, como si todo lo que construyó a su alrededor se desmoronara lentamente.
La tensión en la familia tampoco ayuda. Las peleas entre Felipe VI, Elena y Cristina son cada vez más evidentes, y la reina ya no tiene fuerzas para ejercer de mediadora. Incluso sus momentos de alegría con sus nietos se han visto ensombrecidos por este estado de ánimo sombrío. Quienes la conocen afirman que lo único que pide es tranquilidad, pero la realidad es que ni Zarzuela ni su historia personal le permiten un respiro.
Así pues, la imagen de la infanta Elena levantando a su madre del suelo no es solo una anécdota doméstica: es el reflejo de una reina que, tras años de fortaleza y discreción, vive uno de los inviernos más fríos de su vida.