La infanta Elena lo está pasando muy mal por el verdadero estado en el que se encuentra su padre
Elena siempre ha sido la hija más cercana a Juan Carlos I
Pocas cosas han golpeado tanto a la infanta Elena como el último parte sobre el estado de Juan Carlos I. Según ha relatado José Antonio Zarzalejos, el emérito se encuentra en una fase de deterioro imparable, con los médicos de Abu Dabi advirtiendo que ya no existe tratamiento posible que pueda frenar el declive del que fuera Rey de España. En este sentido, más allá de los intensos dolores que sufre cada día, Juan Carlos I ha comenzado a mostrar claros síntomas de un deterioro cognitivo que preocupa enormemente a quienes le rodean. Su ánimo se ha desplomado y la lucidez que siempre le caracterizó se está desvaneciendo, dejando momentos en los que ya no reconoce a algunas de las personas que le han acompañado durante toda su vida.
De este modo, quien peor lo está llevando es la infanta Elena, profundamente abatida al ver cómo su padre se va apagando sin remedio. La hija mayor del emérito siempre ha sido quien más ha mantenido viva la lealtad familiar, visitándole constantemente en Abu Dabi y sirviendo de enlace con Felipe VI, a quien ha pedido en varias ocasiones que permita el regreso de su padre a España, algo que siempre se le ha negado.

Elena, la más dolida de los Borbón
Para la infanta Elena, resulta especialmente doloroso observar a su padre postrado durante horas, incapaz de moverse sin ayuda y con una mente que ya no responde como antes. Y es que, a sus 87 años, Juan Carlos I ha perdido esa agudeza mental y esa rapidez para comprender lo que ocurre a su alrededor, cualidades que siempre le hicieron destacar.
Ahora, además de la pérdida de movilidad, el emérito debe enfrentarse a la realidad de que también su mente comienza a fallarle. Una situación que le resulta humillante y que, según cuentan desde su entorno, le ha llevado a encerrarse durante días en una de las estancias de su casa en Abu Dabi, evitando visitas, incluso las de Marta Gayà, para que nadie le vea derrotado.
Así pues, la infanta Elena vive con una mezcla de impotencia y tristeza, viendo cómo su padre se consume sin que ella pueda hacer nada por evitarlo, y sintiendo que cada visita puede ser la última.