La infanta Sofía se fue de Zarzuela harta de Letizia porque le controlaba hasta las comidas
El control de Letizia se fue de control y cansó a Sofía
La infanta Sofía ha decidido poner tierra de por medio tras meses de tensiones en el Palacio de la Zarzuela. Según fuentes cercanas al entorno de la familia real, la hija menor de Felipe VI y Letizia habría optado por pasar más tiempo fuera de la residencia oficial, agotada por el nivel de control que su madre ejerce sobre ella.
El control de Letizia sobre la vida de Sofía
Y es que, tal como aseguran personas próximas al entorno de la princesa, el nivel de intromisión de Letizia en la vida de su hija habría alcanzado un punto insostenible. La reina revisaría su ropa, sus planes de ocio e incluso las amistades con las que Sofía comparte su tiempo libre. Aunque la joven comprende la preocupación de su madre, siente que no puede vivir con normalidad ni tomar decisiones propias. Todo depende de lo que decida una Letizia que vive obsesionada con controlar todo lo que hagan y dejen de hacer sus hijas. Un control enfermizo y desmedido.

El punto más delicado, según estas mismas fuentes, sería la alimentación. La reina mantiene hábitos muy estrictos y no tolera alimentos con grasas, azúcares o ultraprocesados, algo que intenta aplicar también en la dieta de sus hijas. Esta situación habría generado un desgaste notable en Sofía, que a sus años empieza a reclamar mayor independencia y poder comenzar a tomar sus propias decisiones sin la presión de su madre.
Sofía, decidida a ganar libertad
De este modo, la infanta habría comenzado a marcar sus propios límites, priorizando actividades que la alejan de la presión constante que siente en Zarzuela. En su entorno aseguran que quiere organizar su día a día con mayor autonomía y aprender a vivir sin sentir que cada movimiento es observado o cuestionado.
La realidad es que Sofía, con un carácter más discreto que el de su hermana Leonor, no está dispuesta a renunciar a su privacidad ni a su tranquilidad. Así pues, su salida de Zarzuela simboliza un paso importante hacia la madurez y la búsqueda de un equilibrio en su relación con Letizia, quien tendrá que aceptar que su hija menor ya reclama espacio para crecer y decidir por sí misma.