La infanta Sofía, una calamidad en Lisboa, las notas no son buenas

Una etapa marcada por la discreción y los desafíos en su nueva vida académica.

La infanta Sofía, una calamidad en Lisboa, las notas no son buenas

La estancia de la infanta Sofía en Lisboa está dando mucho de qué hablar, aunque oficialmente no se diga casi nada. La discreción es absoluta, pero el silencio también deja entrever una realidad que ya se intuía desde su paso por Gales: estudiar no es precisamente su punto fuerte. En el internado británico ya tuvo dificultades para seguir el ritmo, y en Portugal la historia parece repetirse. Sofía aprueba, sí, pero sin brillo, sin soltura y sin esa chispa académica que la institución esperaba. A esto se suma un carácter despistado, un estilo de vida desordenado y cierta impuntualidad que desespera a quienes intentan acompañarla en su día a día.

Mientras tanto, la Casa del Rey ha impuesto una política férrea de control que evita que estos detalles trasciendan con facilidad. No hay fotos, no hay vídeos, no hay filtraciones. La instrucción es clara: máxima discreción. El objetivo es permitir que Sofía viva esta etapa sin presión mediática, intentando ofrecerle un entorno lo más normal posible. Pero precisamente esa falta de visibilidad alimenta aún más el murmullo: si todo fuera bien, ¿por qué tanto silencio?

La joven intenta adaptarse, aunque quienes la conocen describen una vida un tanto caótica. La rutina académica no es su terreno natural y a menudo parece ir siempre un paso por detrás. Entre despistes, trabajos presentados a última hora y un esfuerzo que no termina de cuajar, Lisboa se le está haciendo cuesta arriba.

Infanta Sofía

Leonor: el contraste silencioso y el cambio de estrategia

La situación de Sofía contrasta, inevitablemente, con la de su hermana mayor. La princesa Leonor avanza en su formación militar bajo otro tipo de presión, pero con un comportamiento radicalmente distinto. Desde su ingreso en la Academia del Aire, la información se ha reducido al mínimo. Apenas unas imágenes iniciales y, desde entonces, silencio estratégico. Sin embargo, ese silencio no se interpreta como un problema, sino como un gesto calculado para proteger su preparación como futura Jefa del Estado.

El contraste entre ambas hermanas marca un antes y un después en la comunicación institucional. Atrás quedaron los tiempos de amplia cobertura visual, reportajes constantes y presencia pública regular. Zarzuela apuesta ahora por una privacidad casi hermética, destinada a evitar filtraciones y a reducir el ruido mediático. Mientras Leonor avanza con paso firme, Sofía lucha por mantenerse a flote en Lisboa. Y aunque la discreción lo cubra todo, lo que se intuye desde fuera es claro: esta etapa está siendo, para ella, una auténtica calamidad académica.