La madre de Iñaki Urdangarin ha dejado de tener trato con la infanta Cristina
Cambios en una relación que parecía inquebrantable

Hace no mucho, Claire Liebaert y la infanta Cristina mantenían una relación cercana, casi diaria. Hablar por teléfono, verse en persona, compartir planes… era algo habitual. La hermana de Felipe VI era como una hija para Claire, quien desde que su hijo Iñaki Urdangarin anunció su compromiso con Cristina, se sintió emocionada y orgullosa. No todos los días uno ve a su familia unirse a la realeza, y para Claire, la noticia fue un sueño hecho realidad. Iñaki, además, era un deportista reconocido, un balonmanista de élite con el FC Barcelona, y esa mezcla de prestigio familiar y deportivo la llenaba de alegría.
Sin embargo, las cosas cambiaron. Claire no estaba al tanto de las tensiones ocultas entre Iñaki y Cristina. De hecho, se enteró de su separación y de la nueva vida de su hijo por los medios, en medio de rumores de infidelidad que sacudieron a la familia. La última vez que Claire y Cristina se vieron juntas públicamente fue el verano pasado, durante un partido de Pablo Urdangarin en Barcelona y en unos días de vacaciones en la costa francesa. Pero la relación se enfrió, y fue por petición expresa de Iñaki. Él pidió que su madre y la infanta se distanciaran. No quería que compartieran tiempo juntas ni que hicieran planes en común. Lo justo y necesario, nada más. Ahora, Claire y Cristina mantienen solo un contacto muy limitado, principalmente a través del teléfono, y solo cuando Iñaki no está cerca.
Un distanciamiento difícil y doloroso
Para Claire, este distanciamiento ha sido duro. La octogenaria siente una tristeza profunda por Cristina, que sabe ha sufrido mucho con la ruptura. La infanta, que estuvo muy enamorada de Iñaki, parecía dispuesta a luchar por su matrimonio y su familia a cualquier precio. Por eso, ver cómo se han ido alejando la duele. Sin embargo, Claire también ha vivido su propio conflicto interno: por un lado, el cariño hacia Cristina, y por otro, el respeto a la voluntad de su hijo, que ha marcado límites claros para preservar su propia vida y espacio.
Aunque ya no hay la cercanía de antes, y las muestras públicas de afecto se han esfumado, Claire y Cristina todavía encuentran momentos para hablar por teléfono. Son conversaciones discretas, a veces breves, pero que demuestran que, pese a todo, queda algo de ese vínculo que un día fue tan fuerte. Un vínculo marcado por la familia, la historia y, sobre todo, por el amor difícil y complicado que une a todos ellos.