La movilidad reducida de Juan Carlos I obliga a tomar medidas: “En un año no andará ni un paso”
El empeoramiento de Juan Carlos I es ya inevitable
Hace tiempo que en Zarzuela han asumido que la salud de Juan Carlos I no va a mejorar de ninguna de las maneras. Se han probado todo tipo de tratamientos y no hay forma de hacer que el emérito recupere la movilidad. Se ha probado con fisioterapeutas, con antiinflamatorios, con células madre y con todo tipo de terapias experimentales e innovadoras. Sin embargo, la realidad es que no hay nada que sirva. De hecho, ya no se trata de que Juan Carlos I no mejore, es que no se puede frenar su empeoramiento. Eso es lo preocupante de verdad. Es por esto que desde Casa Real han comenzado a moverse.
Ante el delicado estado de salud de Juan Carlos I, Felipe VI ha llegado a la conclusión de que lo mejor es encontrarle una residencia adaptada a todas sus necesidades en Portugal. Así puede estar lo más cerca posible de España, para poder ser trasladado en caso de urgencia. De hecho, el empeoramiento es tan significativo que los que están pendientes de la evolución de Juan Carlos I ya indican que las previsiones son terribles, algo que el emérito se niega a aceptar.

Apenas puede mantenerse de pie
Actualmente la movilidad de Juan Carlos I es mínima. El emérito hace todo lo posible para evitar aparentar cualquier tipo de debilidad de forma pública. Es por esto que solo ha sido visto en silla de ruedas de forma privada. No quiere que se tenga una imagen de hombre débil y derrotado. Sin embargo, según señalan fuentes cercanas a la Casa Real, las expectativas no son nada positivas.
Tal y como cuentan, “en un año no andará ni un paso ni podrá valerse por él mismo”. Así es como resumen en una sola frase la evolución de Juan Carlos I. Los más recientes resultados médicos indican que las piernas del emérito están para el arrastre y no van a ir a mejor. Cuando tenga 90 años no se podrá mover.
Así pues, según han ido contando aquellos que conviven con Juan Carlos I y que tienen contacto directo con la Casa Real, la evolución del emérito solo invita a ser pesimista respecto de su capacidad para caminar.