La reina Sofía alquilaba una suite fuera de España todo el año para verse con sus amantes
El matrimonio de Sofía y Juan Carlos I ha estado marcado por el engaño
Durante décadas, la imagen de la reina Sofía se ha presentado como la de una mujer discreta, prudente y resignada a la sombra de un matrimonio marcado por las humillaciones. Sin embargo, detrás de esa apariencia silenciosa existía una vida privada mucho más intensa y estratégica, construida con la misma elegancia que supo mantener en público.
Casada con Juan Carlos I no por amor, sino por conveniencia dinástica, Sofía aprendió pronto a sobrevivir en un entorno lleno de escándalos, amantes y traiciones. El emérito disfrutaba de una vida desbordada por mujeres y excesos, y ella, cansada de ser la espectadora callada, decidió también escribir su propia historia. Y lo hizo lejos de España, en un lugar donde nadie pudiera cuestionarla: una suite en Londres alquilada durante todo el año para que solo ella pudiera usarla.

Un hotel de lujo para Sofía
El Claridge’s, uno de los hoteles más lujosos del corazón de Mayfair, se convirtió en su refugio secreto. Oficialmente viajaba para visitar a su hermano Constantino de Grecia, exiliado tras la caída de la monarquía helena. En la práctica, aquel era el escenario de encuentros privados con hombres de confianza, vínculos emocionales que le devolvían una vida personal negada en Zarzuela. La suite siempre estaba reservada. Nadie más la ocupaba. Era su santuario.
Los nombres que han circulado en torno a esos encuentros dibujan un retrato sorprendente de la Reina: intelectuales, políticos, artistas. Desde Federico Mayor Zaragoza, con quien compartía afinidades culturales y un lazo que levantaba recelos en la propia Casa Real, hasta el periodista Juan José Benítez, el Nobel de la Paz Muhammad Yunus, el cantautor Georges Moustaki, o el empresario Carles Ferrer Salat. Incluso se habló de la cercanía con Alfonso Díez, viudo de la Duquesa de Alba, a quien Felipe VI habría apartado del entorno familiar por considerarlo demasiado próximo a su madre.La realidad es que Sofía, siempre sometida a la frialdad de un matrimonio pactado, también intentó rehacer su vida. Llegó a plantearse el divorcio, pero fue su madre, la reina Federica, quien lo impidió. Con el tiempo, soportó incluso la mayor humillación: ver cómo Juan Carlos estaba dispuesto a dejarla públicamente por Corinna Larsen.
Así pues, tras esa fachada de obediencia y silencio, la reina Sofía encontró sus propias vías de escape. En un hotel extranjero, entre paredes que guardan secretos, escribió los capítulos ocultos de una vida que, pese a todo, quiso ser suya.