En el Palacio de la Zarzuela se vive desde hace tiempo un clima de tristeza y preocupación que pesa en cada pasillo. La reina Sofía, siempre discreta y reservada con sus emociones, atraviesa uno de los momentos más dolorosos de su vida. A la pérdida de su hermano Constantino, un apoyo esencial durante décadas, se ha sumado el profundo deterioro de salud de Irene de Grecia, a quien la familia conoce cariñosamente como la tía Pecu.
Irene llegó a España para pasar unos días junto a su hermana, pero el destino quiso que esas breves jornadas se convirtieran en medio siglo de convivencia. Para Sofía, su hermana no solo ha sido familia, sino una compañera inseparable, confidente y uno de los pilares que han sostenido sus años más complejos dentro de la Casa Real.
En los últimos años, sin embargo, su presencia ha ido apagándose poco a poco. Cada vez participaba en menos actos, y hace más de un año que no se la ve fuera de Zarzuela. Las últimas imágenes ya reflejaban su fragilidad, pero la situación actual es todavía más delicada. Sus hijas, la infanta Elena y la infanta Cristina, han sido quienes han trasladado a la familia la gravedad real del momento. Saben que su madre sufre en silencio y quieren prepararla para un desenlace que todos temen.

Irene de Grecia, totalmente dependiente y en una fase irreversible
Las informaciones más recientes han sacudido a todos en la familia. Irene de Grecia ya no se levanta de la cama y necesita asistencia para cualquier movimiento, incluso para evitar heridas por la inmovilidad. Ha dejado de caminar, ha olvidado cómo comer y padece disfagia, lo que obliga a que toda su alimentación sea triturada y espesa. Hasta el agua debe modificarse para evitar atragantamientos.
La enfermedad avanza sin freno, afectando no solo a su memoria, sino también a funciones básicas que se van apagando lentamente. En Zarzuela cuenta con atención médica permanente y los mejores especialistas, pero los esfuerzos ya no pueden frenar un proceso inevitable. Los médicos han sido sinceros con la familia: el tiempo de Irene se agota. No pueden precisar cuándo, pero el final está cerca. Esta certeza ha unido aún más a sus seres queridos, que viven cada día como un pequeño regalo.
Para la reina Sofía, el dolor es profundo. Ver cómo su hermana, su amiga de alma, se desvanece le rompe el ánimo. Por eso sus hijas han querido prepararla con delicadeza, conscientes de lo devastador que será ese adiós.