La reina Sofía está pasando unas semanas muy delicadas, no sale de Zarzuela, apenas come y llora mucho
Irene de Grecia no ha mejorado y necesita cada vez más cuidados
La reina Sofía vive uno de los capítulos más dolorosos de su vida. La emérita, siempre firme y serena, se enfrenta a una soledad que cada vez pesa más. La pérdida de su hermano Constantino de Grecia, hace tres años, fue un golpe devastador, pero lo que realmente la consume hoy es la enfermedad de su hermana Irene de Grecia. El Alzheimer ha avanzado sin piedad: ya no reconoce a Sofía y olvida aspectos básicos de su día a día.
La relación entre ellas siempre fue más que sangre: Irene era su amiga, su confidente, su refugio en los momentos más difíciles. Durante décadas compartieron risas, secretos y complicidad, tanto en Zarzuela como en Marivent. Ahora, la cercanía se ha convertido en un dolor constante: ver cómo Irene se apaga, confinada en la cama y atendida por un equipo médico, hiere profundamente a la emérita.

Regreso 'express' a Zarzuela
El verano en Marivent fue breve. Sofía decidió dejar el palacio más rápido de lo previsto para regresar a Madrid con Irene, su hermana y su sostén emocional. La emérita no quiso prolongar su estancia en la isla sin poder cuidar de quien ha sido su principal apoyo toda la vida. Mientras Irene permanece en la capital acompañada por sus sanitarios, Sofía retoma su rutina rodeada de cuidados y de la protección de sus hijas, Elena y Cristina, que se han ofrecido a acompañarla y asegurar que no esté sola.
Son días amargos y cargados de impotencia para Sofía, que contempla cómo su mundo íntimo se desmorona y cómo su papel dentro de la familia se va desdibujando. La periodista Pilar Eyre lo refleja con crudeza: “Su papel, que ella siempre ha defendido con tanta dignidad, está siendo menoscabado cada vez más”. Una verdad que retrata a la perfección la sensación de una mujer que lo dio todo por la institución y que hoy se enfrenta a la vida sintiéndose cada vez más sola.
Así pues, aunque Felipe VI se mantiene más pendiente que nunca de su madre, acompañándola y protegiéndola en cada momento, la reina Sofía siente que el final se acerca. Lo hace con la familia desestructurada y con los pilares que siempre sostuvo desapareciendo uno a uno.