La reina Sofía figura como la beneficiaria de los 1.800 millones de Juan Carlos I
Don Juan Carlos se ha acordado de su esposa
La reina Sofía ha sido siempre la mujer discreta que ha sostenido, en silencio, los pilares de una monarquía marcada por las sombras de Juan Carlos I. Mientras él protagonizaba escándalos y escapadas sentimentales, ella mantenía la compostura por el bien de la institución y de sus hijos. Sin embargo, a pesar del desprecio con el que fue tratada durante décadas, la emérita no ha quedado fuera de los planes económicos del que fuera su marido.
Y es que el emérito, que siempre supo valorar la lealtad de Sofía en la distancia, ha dejado trazado un testamento que no pasa desapercibido. Entre los beneficiarios de la descomunal fortuna que supera los 1.800 millones de euros, figura la reina Sofía, compartiendo espacio con las infantas Elena y Cristina. La sorpresa está en que Felipe VI queda excluido, ya que renunció públicamente a cualquier herencia directa de su padre, aunque terminará heredando de forma indirecta cuando llegue el turno de su madre.

Un gesto de agredecimiento a Sofía
La realidad es que Juan Carlos I no solo pensó en Sofía como reina, sino como mujer y madre de sus hijos. Durante años le proporcionó cuantiosas sumas de dinero, no solo para ella, sino también para atender a su hermana, Irene de Grecia. Un gesto que muchos interpretan como su manera de compensar todo lo que Sofía soportó en silencio: engaños, humillaciones y la soledad de un matrimonio roto desde hace décadas.
De este modo, el reparto de la herencia se ha ido perfilando en los últimos años con movimientos estratégicos. El emérito vendió propiedades en Catalunya y en el País Vasco, buscando que sus beneficiarios no heredasen inmuebles, sino dinero en cuentas internacionales. Así, eludirían a Hacienda y tendrían acceso directo a la fortuna desde países como Suiza o Abu Dabi, donde residen figuras clave como la infanta Cristina o Froilán, a quien muchos señalan como futuro testaferro.
Así pues, aunque la convivencia entre Juan Carlos I y la reina Sofía se extinguió hace décadas, la unión económica permanece viva. Ella, que siempre priorizó el deber sobre el deseo, será una de las grandes herederas del rey que nunca la quiso, pero que hoy la premia como pieza fundamental de su vida y de su legado.