La reina Sofía ha pedido a sus hijos no ser enterrada después de su muerte

Mientras que Juan Carlos I ya ha dejado por escrito que quiere ser enterrado en El Escorial pase lo que pase, la reina Sofía ha decidido tomar un camino muy distinto. Fiel a la discreción y humildad que siempre la han caracterizado, la emérita ha pedido un final mucho más íntimo, lejos de los grandes focos y de la pompa que ha acompañado siempre a la realeza española.

Tal y como han revelado fuentes cercanas a Casa Real, Sofía ha pedido explícitamente a Felipe VI que, llegado el momento de su fallecimiento, no quiere ser enterrada junto a Juan Carlos I en El Escorial. De hecho, su deseo es permanecer lo más lejos posible de los restos de su marido, con quien ha compartido una vida marcada por la distancia y los desencuentros. Por este motivo, la reina emérita ha solicitado que su cuerpo sea incinerado y que sus cenizas sean esparcidas en el Mediterráneo.

Para la reina Sofía, el mar Mediterráneo ha sido siempre un símbolo de libertad y paz. Grecia, Francia y España, países que marcan su historia personal, tienen en este mar el nexo que une los recuerdos más importantes de su vida. Por ello, en lugar de buscar un final con honores de Estado, la reina Sofía quiere que sus restos descansen eternamente en las aguas del Mediterráneo, viajando con las olas lejos de las obligaciones y protocolos que han marcado su existencia.

Sofía comienza a acusar su edad

Esta petición llega en un momento especialmente delicado para la reina Sofía. A sus 86 años, la emérita ha comenzado a notar el paso del tiempo en su salud. Los problemas de circulación en sus piernas se han agravado, y ya ha asumido que un futuro en silla de ruedas podría ser una realidad a corto plazo. Una perspectiva que, al igual que sucedió con Juan Carlos I, dejaría a Sofía muy limitada y dependiendo de cuidados constantes, algo que no desea para sus últimos años de vida.

Así pues, ante este repentino empeoramiento de su salud, la reina Sofía ha dejado claras sus últimas voluntades a Felipe VI: cuando llegue el momento, no quiere un entierro de Estado, sino un adiós sencillo, con sus cenizas fundiéndose con el Mediterráneo, el mar que siempre ha sentido como su verdadero hogar.