La reina Sofía no quiere quedarse sola en Zarzuela, tiene miedo, apenas come y llora mucho
La reina Sofía enfrenta un momento delicado y busca compañía en su entorno más cercano
Los últimos años han sido especialmente duros para la reina Sofía. La pérdida de seres queridos y el deterioro de su entorno cercano han marcado su vida. Hace tres años murió Constantino de Grecia, su hermano y gran apoyo en Londres, víctima de un derrame cerebral. Este golpe afectó profundamente a la emérita, que perdió a alguien en quien confiaba plenamente.
Poco después, la salud de su hermana Irene comenzó a deteriorarse. La enfermedad de Alzheimer avanzó rápidamente, afectando incluso las funciones básicas de su vida diaria. Con el tiempo, Irene llegó a necesitar cuidados constantes y ya no recuerda prácticamente a nadie. Sofía, consciente de esta situación, teme quedarse sola y ver cómo su hermana empeora sin poder acompañarla. Este miedo ha afectado su ánimo y su salud. Apenas come y pasa muchas horas llorando, según fuentes cercanas.
Este año ha sido especialmente complicado. La reina no ha viajado a Palma de Mallorca como solía hacerlo junto a Irene. Felipe VI decidió llevar a su madre a Marivent, pero su hermana se quedó en Madrid. La emérita se ha mostrado muy triste y prefiere pasar el tiempo con alguien de confianza cerca, evitando quedarse sola en la residencia balear. Sus hijas, Cristina y Elena, se turnarán para acompañarla cuando los reyes regresen a la capital, tratando de aliviar su soledad y cuidar su bienestar emocional.

La falta de apoyo y un ánimo frágil
Además de su familia, Sofía ha perdido otra compañía importante: su amiga Tatiana Gadziwill, con quien compartía veranos en Marivent. Tatiana sufrió un ictus y ya no puede visitarla como antes, lo que ha incrementado la sensación de vacío en la vida de la emérita.
La tristeza de la reina Sofía se refleja en pequeños gestos cotidianos: se encierra en su habitación, pasa largos periodos a oscuras y apenas se alimenta. A pesar de esto, mantiene el deseo de cumplir con sus obligaciones y participar en algunos actos, aunque hacerlo le resulta emocionalmente doloroso.
Su familia está muy pendiente de ella y trata de acompañarla todo lo posible. El miedo a la soledad, la pérdida constante de seres queridos y el deterioro de su entorno cercano han hecho que la reina Sofía atraviese un periodo de vulnerabilidad extrema. Solo el cariño y la cercanía de sus hijos y allegados parecen aliviar un poco su tristeza, mientras continúa enfrentando estos años difíciles.