La reina Sofía no sale de Zarzuela desde que llegó de Mallorca

El empeoramiento de Irene la ha dejado bajo clausura

La reina Sofía no sale de Zarzuela desde que llegó de Mallorca

La calma que rodea a la reina Sofía en estos días no es fruto del descanso veraniego, sino del peso que siente sobre sus hombros. Desde que regresó de Mallorca, no ha vuelto a abandonar el recinto de Zarzuela. No hay paseos por los jardines ni visitas improvisadas a amigos; toda su energía está concentrada en un único objetivo: cuidar a su hermana, Irene de Grecia.

Quienes conocen el día a día en palacio explican que la situación de la llamada tía Pecu ha empeorado de manera silenciosa pero constante. Los efectos del Alzhéimer han reducido a Irene a una sombra de aquella mujer vital y cercana. Apenas reconoce a quienes la rodean y necesita atención médica permanente. Para Sofía, verla así es un golpe difícil de digerir, pero ha decidido estar presente en cada momento, aunque eso suponga renunciar a su vida habitual.

Pecu

Sofía no se puede alejar de su hermana

Este compromiso absoluto ya se dejó sentir en verano, cuando Sofía dudó en viajar a Marivent. Solo accedió después de que Felipe VI le pidiera personalmente que asistiera a la recepción oficial. Fue y cumplió con el protocolo, pero en cuanto terminó, pidió regresar a Madrid. Allí, Irene la esperaba, y ese era el lugar donde sentía que debía estar.

Desde su vuelta, el ritmo en Zarzuela se ha vuelto sobrio. La reina emérita ha reducido al mínimo las visitas y apenas intercambia mensajes con su círculo de confianza. Prefiere mantener un ambiente tranquilo, sin distracciones, centrado en la comodidad y el bienestar de su hermana. Los médicos y asistentes que las acompañan saben que la prioridad de Sofía es que Irene tenga serenidad en esta etapa.

El verano de 2025 marcará un antes y un después en la vida de Sofía. Ha dejado de lado compromisos sociales, recepciones y cualquier actividad que pueda separarla de su hermana. Para ella, no hay agenda más importante que la de estar a su lado, aunque eso implique aislarse del mundo exterior. En Zarzuela, los días pasan despacio, entre silencios y cuidados. Y para la reina emérita, no hay sacrificio demasiado grande cuando se trata de Irene.