La reina Sofía pide ayuda al líder de los monjes tibetanos

La fuerza interior, la nueva energía de la emérita

La reina Sofía pide ayuda al líder de los monjes tibetanos

La preocupación por el delicado estado de salud de su hermana, la princesa Irene de Grecia, ha llevado a la reina Sofía a buscar respuestas más allá de los cauces habituales. Según ha trascendido en los últimos días, la emérita habría decidido contactar de nuevo con un destacado representante del budismo tibetano, en un intento de hallar serenidad y fuerza en medio de la angustia que vive por la llamada “tía Pecu”.

Y es que, en privado, la madre de Felipe VI siempre ha mostrado interés por el mundo espiritual. En el pasado ya habría mantenido conversaciones con un maestro tibetano, atraída por la manera en que esa tradición aborda el dolor y la pérdida. Aquellos encuentros, organizados con suma discreción, le dejaron una huella profunda. Se dice que, entonces, el religioso le habló de la importancia del desapego y de la compasión hacia uno mismo cuando el sufrimiento se vuelve insoportable.

Sofia

Sofía necesita esa paz interior

De este modo, en las últimas semanas, Sofía habría tratado de retomar ese hilo de calma interior. Su intención, según varias fuentes, era coincidir con el mismo monje durante un breve desplazamiento a Mallorca, aunque finalmente el encuentro no se habría celebrado por motivos de agenda y por la voluntad de mantener la máxima discreción. Aun así, desde su entorno confirman que la reina conserva algunos objetos que aquel guía le obsequió en el pasado: una pequeña imagen de Buda y un pergamino con palabras de aliento que guarda en su mesilla de noche.

La realidad es que en Zarzuela el clima sigue siendo de preocupación. La reina pasa largas horas en su residencia de Madrid, acompañada por sus hijas cuando los compromisos se lo permiten. En medio de esta rutina silenciosa, ha querido apoyarse en todo lo que pueda aportarle consuelo, incluso en enseñanzas alejadas de su formación cristiana. Quienes la conocen aseguran que no busca renunciar a nada, sino ampliar su mirada para sobrellevar mejor la incertidumbre.

Así pues, este gesto revela una faceta íntima y poco visible de la reina Sofía: la de una mujer que, más allá del protocolo y de su papel público, se esfuerza por encontrar serenidad para sostener a su hermana y a sí misma en uno de los momentos más difíciles de su vida.