La reina Sofía trató a su hijo por un trastorno diagnosticado en la adolescencia
Las compras compulsivas se acabaron convirtiendo en un problema serio
La reina Sofía vivió en silencio una de las batallas más duras como madre: la de ayudar a su hija, la infanta Elena, a enfrentarse a un trastorno que le diagnosticaron en plena adolescencia. Fuentes cercanas a la familia aseguran que, en aquellos años, los psicólogos confirmaron que Elena sufría un desorden conocido como compras compulsivas, también llamado oniomanía, que la llevaba a gastar sin control y a acumular objetos que no necesitaba.
Y es que, desde muy joven, Elena mostraba una incapacidad evidente para contenerse a la hora de comprar. En aquella época, las plataformas digitales no existían, pero sí la televisión nocturna. La teletienda se convirtió en su gran debilidad: se quedaba hasta altas horas de la madrugada adquiriendo todo tipo de productos, desde electrodomésticos hasta tratamientos de belleza sin pruebas científicas. La mayoría resultaban inútiles, pero ella era incapaz de resistirse al impulso de sacar la tarjeta y llamar.

La reina Sofía, obligada a intervenir
De este modo, la reina Sofía, consciente de que su hija no podía controlar aquella conducta, decidió actuar. La llevó a especialistas y buscó apoyo médico desde la adolescencia de la infanta, convencida de que necesitaba tratamiento para no arruinar su estabilidad emocional. Aunque el trastorno no se ha llegado a superar del todo, aquella intervención temprana fue clave para que Elena pudiera mantener cierta normalidad en su vida adulta, aunque la lucha nunca ha cesado.
La realidad es que, a día de hoy, este problema sigue presente. Las nuevas plataformas de compras online, como Amazon, han supuesto un nuevo desafío para la infanta, que arrasa cada vez que entra en ellas. La facilidad de adquirir con un solo clic ha reactivado su debilidad, haciendo que los especialistas adviertan que es una de las adicciones más difíciles de controlar en la era digital. Para Elena, las tentaciones son constantes y el impulso sigue siendo tan fuerte como en su adolescencia.
Así pues, la historia de la infanta Elena refleja cómo incluso dentro de la realeza existen luchas internas que no se cuentan. Mientras muchos la ven como una mujer discreta, la realidad es que ha tenido que vivir bajo la sombra de un trastorno que la reina Sofía detectó a tiempo, y que todavía hoy condiciona su día a día.