La reina Sofía vive rodeada de médicos en Zarzuela las 24 horas del día
La tía Pecu necesita atención médica constantemente
La vida de la reina Sofía se ha visto reducida en las últimas semanas a un espacio cargado de silencios y preocupación. La estancia que comparte con su hermana, Irene de Grecia, en Zarzuela, se ha convertido en un improvisado centro médico, donde cada rincón respira cuidado y vigilancia constante. El avance del Alzheimer en la conocida como “tía Pecu” está siendo devastador, y Sofía, fiel a su sentido del deber, permanece a su lado pese al desgaste emocional que le supone.
Los pasillos del palacio se han llenado de médicos, enfermeros y especialistas que velan por Irene de Grecia las veinticuatro horas del día. Ningún esfuerzo se ha escatimado para garantizarle comodidad y seguridad en esta etapa final de su vida. Sin embargo, lo que para Irene significa calma y asistencia, para Sofía es una prueba continua: siente que no puede apartarse ni un segundo, como si su presencia fuera indispensable para sostener a su hermana en los momentos más confusos de la enfermedad.

Sofía vive anclada a su hermana
La reina emérita vive atrapada entre su compromiso personal y el inevitable deterioro que observa día tras día. La cercanía de los médicos da alivio a Irene de Grecia, pero también le recuerda que ya no existe posibilidad de revertir lo que ocurre. Los especialistas solo trabajan para suavizar el dolor y el desconcierto de Irene, haciendo más llevadera una realidad tan dura como irreversible.
Y es que Sofía no solo debe afrontar la fragilidad de su hermana, sino también la suya propia. El desgaste físico y emocional comienza a pasarle factura: duerme poco, come apenas lo imprescindible y carga con una tristeza que, según su entorno, la está apagando lentamente. Sus hijos lo saben y han multiplicado las visitas, intentando que no se sienta sola ante un proceso que es tan íntimo como cruel.
Así pues, mientras los médicos rodean a Irene de Grecia con una dedicación absoluta, la reina Sofía lidia con el peso de ser testigo y cuidadora. Zarzuela, que antaño fue un refugio de celebraciones familiares, se ha transformado en un lugar de resistencia silenciosa, donde Sofía mantiene la serenidad que siempre la ha definido, aun cuando su corazón se resquebraja cada día un poco más.