Leonor está siendo tratada por culpa de la misma enfermedad que sufre su abuelo
Leonor tiene una condición igual a la de Juan Carlos I

Desde el mismo día en que nació Leonor, Letizia ha hecho todo lo posible por apartarla de la sombra de los Borbón. No solo a través del protocolo, sino desde lo más íntimo. Su empeño ha sido moldear a su hija para que no conserve ni una huella de lo que representa Juan Carlos I. Porque Letizia nunca lo ha soportado. Lo detesta. No quiere que su primogénita repita sus gestos, sus maneras de hablar ni siquiera su forma de caminar. Pero hay algo contra lo que no puede luchar: la genética.
La verdad es que Leonor es más Borbón de lo que a su madre le gustaría admitir. A veces basta una sola imagen para que el pasado regrese. Su nariz, por ejemplo. Ese perfil tan característico, tan inconfundible, idéntico al de su abuelo. Y no es lo único. Existe un vínculo más íntimo, casi secreto, que los une: una condición médica que también marcó a Juan Carlos I. Leonor nació con un angioma.
Letizia odia que Leonor sea una Borbón más
La marca se hizo visible desde que era un bebé. Un pequeño punto rojo en la nariz que no pasó inadvertido en Zarzuela. No era solo una mancha: era la misma malformación benigna de vasos sanguíneos que tuvo el emérito. No supone un riesgo grave, pero deja huella. En la piel. En las fotografías. En la memoria. Y aunque el tratamiento médico puede atenuarlo, nunca desaparece del todo. Puede regresar. Puede volver a marcarla.
Letizia no lo confiesa, pero lo siente. Que, por mucho que intente moldear a su hija con educación, protocolo o incluso cirugía estética, hay un legado que no se borra. El apellido pesa. La genética también y ella no quiere que su hija tenga nada que ver con su abuelo, Juan Carlos I.
Así pues, por mucho que Letizia lo intente, Leonor no podrá escapar del todo de su abuelo. Porque hay cosas que ni el tiempo, ni el poder, ni el deseo pueden cambiar. Y una de ellas es ese angioma que, como una marca invisible en la historia, la une para siempre a Juan Carlos I.