Leonor tiene problemas graves en el Blas de Lezo que obligan a la escolta a actuar
El estado de forma de Leonor no le permite realizar ciertas labores

El paso de Leonor por la fragata Blas de Lezo está dejando más problemas de los que se podían imaginar en Zarzuela. La Princesa de Asturias llegó a la fragata tras un periodo muy complicado a bordo del Juan Sebastián Elcano, donde, a pesar de tener privilegios respecto al resto de guardiamarinas, acabó agotada y con problemas de mareos constantes que la dejaron sin energías y con un ánimo muy bajo.
Lo cierto es que Leonor nunca ha soportado la vida en alta mar. Lo dejó claro en Elcano, donde, a pesar de no tener que hacer las guardias nocturnas ni realizar tareas físicas pesadas, se pasó el viaje entre mareos, vómitos y desgana. Ahora, en el Blas de Lezo, la situación no ha mejorado. La hija de Felipe VI ha embarcado sin recuperarse del todo y se encuentra nuevamente con una rutina exigente que detesta.
Leonor pone malas caras, se muestra arisca y evita participar en todo lo que puede. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en Elcano, en el Blas de Lezo los oficiales no están dispuestos a permitir que la Princesa se salte tantas responsabilidades. Esta firmeza ha generado varios momentos de tensión a bordo, con enfrentamientos entre Leonor y sus superiores que han dejado al descubierto la poca predisposición de la heredera para asumir su formación militar.
Los escoltas de Leonor intervienen para protegerla
Sabiendo el calvario que vivió Leonor durante el periplo en Elcano, Letizia ha dado órdenes claras a la escolta personal de su hija: nada ni nadie puede incomodar a la Princesa. Así, cada vez que Leonor ha sido presionada para cumplir con actividades que no le apetecían, los escoltas han intervenido de inmediato, frenando en seco a quien intentara obligarla.
Estas intervenciones han generado un grave conflicto de autoridad en el Blas de Lezo, dejando en evidencia a los oficiales ante el resto de la tripulación. Los superiores ven cómo sus órdenes se deshacen cuando los escoltas de Zarzuela aparecen para proteger los caprichos de Leonor, provocando un ambiente de tensión permanente en el buque.
La relación entre Leonor y sus mandos se deteriora cada día. La actitud de la Princesa de Asturias, unida a la constante intervención de sus escoltas, está dejando una huella negativa en esta etapa de formación militar que, en teoría, debería prepararla para el futuro como jefa de las Fuerzas Armadas.
Ahora, en alta mar, el mayor problema no son las olas, sino la tensión entre Leonor, la Casa Real y la Armada, que ya no sabe cómo gestionar los desplantes de la futura reina de España.