Letizia, conduciendo bebida por la A6 un Mercedes tintado

Nadie está libre de cometer errores, ni siquiera en la cima del poder

Letizia, conduciendo bebida por la A6 un Mercedes tintado

Durante años, Letizia Ortiz ha sabido mantener el control. Fría, calculadora, dominante. Así la describen quienes la han conocido de cerca. Nada se le escapa, o eso creía. Pero esta vez ha sido distinto. El escándalo ha estallado.

En los últimos meses, la imagen de la reina ha comenzado a resquebrajarse. No solo por su relación con Felipe VI, cada vez más distante y apagada, sino también por revelaciones que han salido a la luz. Una de las más impactantes: su infidelidad con Jaime del Burgo, durante varios años, según él mismo confesó.

Pero hay más. Biografías no autorizadas y voces del pasado han pintado un retrato muy distinto al oficial. Letizia no es solo la reina impecable que aparece en los actos públicos. Detrás hay una mujer que ha convivido con el alcohol, el tabaco y una vida privada muy alejada del protocolo.

Letizia

Una noche peligrosa en la A6

Uno de los episodios más delicados sucedió, según testigos, en plena autopista A6. Un Mercedes negro, con cristales tintados, zigzagueaba de forma peligrosa en dirección a La Coruña. El coche iba custodiado por otros dos vehículos oficiales. Uno de los conductores, alarmado, intentó adelantar al Mercedes. Los escoltas se lo impidieron. No querían que nadie se acercara demasiado.

Finalmente, ese conductor logró rebasar al vehículo que hacía eses. Al mirar dentro, lo vio claro: al volante iba Letizia. Ella misma. Conduciendo ebria.

Los escoltas, bajo órdenes directas, cubrieron el incidente. Nadie habló. Nadie registró nada. Felipe quiso protegerla. Pero los hechos quedaron grabados en la memoria de quien lo presenció.

Quienes han trabajado cerca de la reina aseguran que este no ha sido un caso aislado. Algunos escoltas incluso evitan coincidir con ella en ciertas zonas del Palacio. Dicen que Letizia busca constantemente llamar su atención. Y ellos, incómodos, prefieren mantenerse lejos.

El escándalo es mayúsculo. No solo se cuestiona la imagen de la reina, sino su responsabilidad como figura pública. Conducir bajo los efectos del alcohol no es solo una imprudencia. Es una amenaza para todos. Y ahora, ya no puede ocultarse. Este episodio pone en jaque la imagen de una monarquía que hasta ahora parecía inquebrantable.