Letizia contrató una clínica en Países Bajos para que la infanta Sofía naciera niña
Una decisión íntima que revela el papel de Letizia en la transformación silenciosa de la monarquía española
Cuando Felipe y Letizia contrajeron matrimonio en 2004, pocos imaginaban que aquel enlace transformaría silenciosamente la monarquía española. Meses después del enlace, Letizia se quedó embarazada de su primera hija. En aquel momento, las expectativas eran claras: se esperaba un heredero varón, siguiendo la tradición histórica que durante siglos había guiado la sucesión al trono. Sin embargo, la llegada de Leonor en 2005 rompió todos los esquemas. No solo era niña, sino que además Felipe impulsó una reforma para asegurar que, independientemente del género, sería la heredera. Con ese gesto, la institución inició un giro simbólico hacia una visión más igualitaria.
El nacimiento de Leonor fue un punto de inflexión que dejó entrever una voluntad renovadora. Desde el primer momento, la pareja cuidó con celo la privacidad de la pequeña y evitó revelar cualquier detalle sobre el embarazo. La familia real empezaba a blindar un nuevo camino, alejado de las presiones y de la tradición patriarcal que había marcado su historia.

El papel de una clínica en Países Bajos y el peso de las decisiones privadas
Según Maica Vasco, una de las voces que más han investigado los entresijos de la Casa Real, durante el segundo embarazo Letizia habría tomado una decisión aún más significativa: acudir a una clínica privada en Países Bajos especializada en tratamientos de fertilidad que permiten seleccionar el sexo del bebé. El objetivo, siempre según estas informaciones, era claro: que el segundo hijo también fuese una niña. Así nació la infanta Sofía, consolidando una dupla femenina destinada a crecer en igualdad dentro de la institución.
Este supuesto paso, envuelto en discreción y nunca confirmado oficialmente, encaja con la imagen de una reina que ha tratado de controlar cada detalle de la educación y el futuro de sus hijas. Rumores sobre inseminación selectiva, acuerdos médicos privados y decisiones estratégicas circulan desde hace años, aunque sin pruebas definitivas. Pero lo que sí es evidente es el mensaje que proyecta esta versión de los hechos: Letizia buscaba que sus hijas se formaran lejos de las estructuras tradicionales que históricamente han determinado la vida de las mujeres en la realeza.
Hoy, Leonor y Sofía crecen como adolescentes preparadas para un futuro complejo. Leonor sigue una educación intensiva como futura reina, y Sofía recibe una preparación estratégica por si algún día fuera necesaria su presencia institucional. Más allá de rumores, la influencia de Letizia resulta innegable: ha impulsado una visión de monarquía más moderna, en la que el género no limita el destino. En ese sentido, la concepción de Sofía no sería solo una cuestión médica, sino un símbolo de un nuevo enfoque en la corona española.