Letizia pierde pelo a mechones, usa postizo para tapar la coronilla porque se está quedando sin cabello
Letizia lleva mucho años bajo un complejo tratamiento

La vida de Letizia Ortiz está marcada por una presión constante. Como reina consorte de España, vive bajo un foco mediático implacable, en un vaivén de emociones que nunca se detiene. Cuando no es noticia por algún escándalo familiar, lo es por cuestiones personales, generando una tensión que se ha vuelto insostenible. Este ritmo, unido a una imagen pública que debe mantener a toda costa, ha derivado en un problema capilar que ya no puede ocultar: la pérdida de cabello a mechones. El estrés y la ansiedad han reducido drásticamente la densidad de su melena, obligándola a recurrir a soluciones estéticas para frenar un daño que, según fuentes próximas, la atormenta a diario.
La periodista Pilar Eyre ha revelado que Letizia utiliza un sistema innovador: una especie de diadema con extensiones que cubren las zonas más afectadas, incluida la coronilla, donde la falta de densidad es más evidente. Este método, discreto pero costoso, le permite presentarse en actos oficiales sin que el público perciba la magnitud de su problema. Según se comenta, la reina llegó a temer salir a la calle por miedo a que la vieran con tan poco pelo, un miedo que se intensificó en eventos con cámaras y público cercano.
Letizia necesita parece impoluta
En Zarzuela, conscientes del impacto que tendría en su imagen, no han escatimado gastos. Se han invertido decenas de miles de euros en pruebas con pelucas y prótesis capilares, hasta dar con la opción que mejor se adapta a su estilo. Ahora, Letizia renueva estas piezas de forma mensual, con un coste que asciende a varios miles de euros, y las utiliza cada vez que sale de palacio. Para ella, mostrarse con la cantidad de cabello que considera apropiada se ha convertido en una prioridad estética y emocional.
El origen del problema es un estrés que no da tregua. La reina vive en una situación de alta exposición, arrastrando polémicas, tensiones familiares y la presión de representar a la institución. Cada aparición pública exige un control absoluto de su imagen, algo que, lejos de aliviarla, ha potenciado la ansiedad y acelerado la caída del cabello.
Así pues, desde la Casa Real se ha desplegado una operación silenciosa para proteger la apariencia de Letizia, un esfuerzo que refleja hasta qué punto su inseguridad capilar se ha convertido en un asunto de Estado. Para la reina, mantener intacta su imagen no es solo cuestión de estética: es la barrera que la separa de mostrar su vulnerabilidad más íntima.