Letizia somete a sus hijas a test de drogas de forma continuada

La estricta disciplina de Letizia marca el día a día de sus hijas

Letizia somete a sus hijas a test de drogas de forma continuada

Letizia siempre ha querido tenerlo todo bajo control. Desde que se casó con Felipe VI, ha manejado con firmeza todo lo relacionado con la vida familiar. Primero en el Pabellón del Príncipe, luego en Zarzuela y, tras la abdicación de Juan Carlos I, en la propia corona. Nada escapa a sus ojos.

Sus hijas, Leonor y Sofía, han crecido bajo una disciplina férrea. Nada de ultraprocesados ni comida basura. Letizia impuso dietas estrictas basadas en superalimentos, incluso obligó a cambiar los menús de sus escuelas. Todo debía seguir sus normas. Pidió informes detallados sobre sus amistades e incluso solicitó datos al CNI sobre las familias de los compañeros de clase.

Este nivel de control aumentó con el paso de los años. A medida que las niñas se convirtieron en adolescentes, la vigilancia se intensificó. Letizia quería saberlo todo: con quién hablaban, dónde salían, y cómo se comportaban en su tiempo libre.

Letizia, Leonor y Sofía

Controles tras las salidas nocturnas

Hoy, Leonor y Sofía ya no son niñas. La princesa acude a fiestas con amigos, primero en Zaragoza y ahora en Marín, donde continúa su formación militar. Ha sido vista en discotecas, bailando y disfrutando, como cualquier joven de su edad. Aunque no hay imágenes comprometedoras, testigos afirman haberla visto fumar cigarrillos electrónicos.

Letizia, al enterarse, no dudó. Quiere que sus hijas mantengan una imagen impecable. Para evitar cualquier escándalo, les realiza controles personales tras sus salidas nocturnas. No solo les pregunta. Las somete a test de drogas. En privado, con el equipo médico de Zarzuela. Las pruebas han sido negativas, pero el mensaje es claro: no hay margen para errores.

La reina insiste en que deben ser ejemplo para los jóvenes de España. Nada de alcohol, tabaco ni otras sustancias. Leonor y Sofía son parte de una institución y, como tal, su conducta debe estar por encima de toda sospecha. Letizia no les da tregua. De puertas para afuera, la imagen debe ser intachable. Aunque el precio sea la pérdida de cierta libertad personal. Una vida bajo la lupa, donde cada paso está medido y cada decisión vigilada por una madre que no deja nada al azar.