Los hijos de Kate Middleton y el Príncipe Guillermo han heredado el mismo problema que su padre
Las formas de Guillermo en privado son algo que nunca ha corregido

A lo largo de su vida, el Príncipe Guillermo se ha acostumbrado a vivir en un entorno en el que se le permitía hacer lo que quería. El simple hecho de ser el hijo de Carlos III le daba unos poderes que lo convirtieron, desde que era un adolescente, en un intocable. Lo que lo llevó a desarrollar unos serios problemas conductuales que, ahora que ya tiene 42 años, sigue arrastrando y que parece que no va a ser capaz de resolver nunca. Y lo peor es que se los ha contagiado a sus hijos.
Tanto es así que, tal y como aseguran fuentes cercanas a los trabajadores del hogar de los Príncipes de Gales, los tres hijos de Guillermo y Kate Middleton se han convertido en el vivo reflejo de su padre a la hora de hablar. Y es que, por mucho que su madre se esfuerce en corregir el comportamiento de George, Charlotte y Louis, el ejemplo de su padre es ya inevitable.
Guillermo no se corta ni delante de sus hijos
En este sentido, por lo que hemos podido saber, el Príncipe Guillermo se ha convertido en una persona incapaz de controlar sus palabras. Cuando a su alrededor hay algo que no le gusta o que le parece que está mal hecho, se pone de los nervios y empieza a gritar y a usar palabras muy fuera de lugar. Una situación a la que ya se han acostumbrado sus hijos, que, al igual que su padre, se dedican a hablar de forma muy desagradable.
Una situación que ya se habría producido en la escuela en la que estudian George, Charlotte y Louis, donde quedaron muy sorprendidos al escuchar la basta forma de hablar de los tres niños. Algo que comunicaron rápidamente a Kate Middleton. Que ya sabe que sus hijos han acabado aprendiendo de la peor faceta de su padre, que no ha sabido controlarse y ahora encuentra las consecuencias.
Así pues, todo apunta a que George, Charlotte y Louis van a necesitar ayuda psicológica para entender que no pueden imitar todo lo que hace su padre. En especial no debe emular esa forma de hablar en la que el respeto brilla por su ausencia.