Meghan Markle es la responsable de que Carlos III no se vuelva a hablar con Harry

La esposa del Duque de Sussex está ejerciendo una fuerte presión

Meghan Markle es la responsable de que Carlos III no se vuelva a hablar con Harry

La relación entre Carlos III y su hijo, el Príncipe Harry, vuelve a estar en el centro de todas las miradas. Tras años de distanciamiento, de reproches y de heridas abiertas, se ha abierto un tímido espacio para la reconciliación entre padre e hijo. Sin embargo, la sombra de Meghan Markle planea con fuerza sobre este proceso, y no precisamente para facilitarlo. Desde Buckingham Palace se percibe con claridad: no hay confianza en ella, las sensaciones son frías y la ruptura parece difícil de reparar.

La realidad es que Harry sigue sin medir la gravedad de lo ocurrido. Cuando abandonó sus funciones reales, lo hizo acompañado de un discurso cargado de críticas hacia la familia, exponiendo secretos y tensiones que desgarraron la intimidad de la monarquía británica. Y es que el eco de sus palabras aún resuena en la memoria de los Windsor. Ahora, el hijo menor de Carlos III busca tender puentes, pero se encuentra con un muro levantado por sus propios actos y reforzado por la desconfianza hacia su esposa.

Sussex

Meghan no pondrá facilidades

De este modo, aunque el rey ha mostrado gestos de acercamiento hacia Harry, la figura de Meghan Markle continúa siendo el gran obstáculo. En los círculos más cercanos a la corte, se habla abiertamente de que ella no desea la reconciliación, que su visión de la familia real sigue marcada por el resentimiento. Se la percibe como alguien que no perdona ni olvida, y eso hace inviable cualquier normalidad. El problema es que la presencia constante de Meghan convierte cada intento de acercamiento en una negociación imposible.

La situación, por tanto, se complica. El Príncipe sueña con recuperar la cercanía con su padre, pero lo hace mientras sigue defendiendo a una esposa que jamás será aceptada del todo en el entorno real. Las heridas abiertas por las acusaciones de racismo, las memorias publicadas y las entrevistas incendiarias siguen sin cicatrizar. En Buckingham, aseguran que la confianza está rota y que, aunque se guarden las formas, la distancia emocional persiste.

Así pues, la reconciliación entre Carlos III y el Príncipe Harry se antoja casi utópica mientras Meghan Markle continúe en medio de la ecuación. El rey parece dispuesto a dar un paso hacia adelante, pero la institución que representa y la memoria de los agravios pesan más que los gestos. El perdón, en este caso, se dibuja como un horizonte demasiado lejano.