Pablo Urdangarin dejó de hablar con Letizia cuando su padre le dijo que era la chivata
Letizia fue la responsable de la persecución a Iñaki Urdangarin y de la infanta Cristina
En los pasillos de Zarzuela hay silencios que pesan más que cualquier palabra. Uno de ellos es el de Pablo Urdangarin, que ha decidido marcar distancias con la reina Letizia. La relación, que nunca fue cercana, terminó por romperse por completo en el momento en el que su padre, Iñaki Urdangarin, le advirtió que había sido la reina quien más presionó para apartar a la infanta Cristina del núcleo de la familia.
Desde entonces, Pablo no perdona. Y es que, aunque mantiene la educación y el respeto propios de su carácter discreto, se ha negado a entablar conversación con Letizia. Ni un gesto de complicidad, ni una palabra amable, ni el más mínimo intento de acercamiento. Para él, la consorte representa la figura que señaló a su madre y que la condenó al ostracismo en el que ha vivido durante la última década.

Letizia acabó con la infanta Cristina
La realidad es que en palacio siempre se supo que Letizia jugó un papel decisivo en el destierro silencioso de la infanta Cristina. Fue ella quien insistió en que no podía seguir en los actos oficiales, y fue ella quien alentó a que se cortaran todos los vínculos visibles con Zarzuela. En su afán por proteger la imagen de la institución y, sobre todo, la de su marido, no dudó en sacrificar la cercanía con su cuñada. Una estrategia que logró el objetivo institucional, pero que dejó heridas abiertas en lo personal.
Así pues, Pablo Urdangarin vive esa herida en carne propia. Cada vez que coincide con la reina, mantiene la distancia más absoluta. Ha hecho suyo el relato de su padre: que fue Letizia quien dio el chivatazo, quien apretó más fuerte cuando el caso Nóos explotó, y quien se aseguró de que su madre pagara un precio altísimo.
Hoy, lo que queda es un muro invisible entre ambos. En Zarzuela lo saben y lo sufren, porque mientras Felipe VI busca una imagen de unidad, la realidad es que su sobrino más visible se ha convertido en un recordatorio constante de que las cuentas con Letizia nunca se han saldado.