Pablo Urdangarin ha sido el primer Borbón en negarse a pisar Zarzuela

Letizia genera repulsión a Pablo Urdangarin

Pablo Urdangarin ha sido el primer Borbón en negarse a pisar Zarzuela

La ausencia de Pablo Urdangarin en la Zarzuela ya no puede entenderse como una simple anécdota veraniega. Por segundo año consecutivo, el hijo de la infanta Cristina y de Iñaki Urdangarin ha decidido no participar en las reuniones familiares que se organizan en la residencia oficial de los reyes. Y lejos de ser un gesto casual, se ha convertido en una decisión firme y cargada de mensaje.

Y es que Pablo no quiere formar parte de un escenario que le resulta incómodo. No traga a Letizia, y mucho menos a la forma en la que la reina ha manejado su relación con el resto de la familia. Su negativa a pisar la Zarzuela se entiende también como una muestra de fidelidad hacia su padre, profundamente herido por el trato que ha recibido desde que su vida se vio marcada por el escándalo y la condena judicial. El joven, con un perfil discreto pero cada vez más definido, prefiere mantenerse lejos de quienes, a su juicio, no han sabido estar a la altura en los momentos más difíciles.

Pablo

Pablo Urdangarin deja clara su postura

De este modo, el nieto de Juan Carlos I marca distancias sin necesidad de declaraciones públicas ni enfrentamientos abiertos. Su gesto es silencioso, pero contundente: rechaza integrarse en el ambiente oficial que rodea a los reyes y a sus hijas, Leonor y Sofía, y prefiere reservar su energía para aquellos vínculos que de verdad le importan. Se mantiene muy unido a su madre y a su abuela, la reina Sofía, pero impone una línea clara con el núcleo central de la Corona.

La realidad es que, con 24 años, Pablo Urdangarin está escribiendo su propio relato dentro de una familia marcada por protocolos y silencios. Y lo hace con una elegancia que sorprende: sin escándalos, sin grandes titulares, pero con una coherencia que habla por sí sola. No busca protagonismo, pero sus decisiones lo convierten inevitablemente en foco de atención.

Así pues, lo que algunos podrían interpretar como un simple cambio de planes de verano es, en realidad, una manera de reivindicar su independencia y de dejar claro que no todo se puede dar por sentado en el tablero Borbón. La ausencia de Pablo en la Zarzuela es, hoy por hoy, uno de los gestos más reveladores de la tensión interna que atraviesa la familia real.