Pablo Urdangarin pide a su madre deje de hacer la vida imposible a Ainhoa Armentia
Tensiones familiares que ponen a prueba los lazos entre madre e hijos

La tensión en la familia Urdangarin va en aumento. La infanta Cristina no puede ni ver a Ainhoa Armentia. Para ella, la actual pareja de Iñaki es la responsable de la ruptura de su matrimonio. Y ese resentimiento no ha hecho más que crecer con el tiempo.
Según fuentes cercanas al entorno, Cristina ha hecho todo lo posible para que la relación entre su exmarido e Ainhoa no funcione. Ha intentado frenar una posible boda. Incluso ha generado tal presión en sus hijos que, durante las últimas Navidades, ninguno se atrevió a saludar a Ainhoa ni a sus hijos. Todo por miedo a provocar la ira de su madre.
La imagen fue fría y dolorosa. Nadie habló. Nadie sonrió. Y todo giró en torno a la tensión que Cristina había sembrado. Una situación que está empezando a pasar factura a todos, especialmente a Pablo.
La petición de Pablo: "Ya basta, mamá"
Pablo Urdangarin, el hijo más mediático del exmatrimonio, ha dado un paso adelante. No puede más. Está cansado de tener que posicionarse entre su madre y la pareja de su padre. Por eso, ha pedido a la infanta Cristina que pare. Que deje de hacerle la vida imposible a Ainhoa. No se trata de elegir bandos, sino de recuperar algo de paz familiar. Pablo no quiere más escenas incómodas, ni silencios forzados, ni tensiones en fechas especiales. Él, al igual que sus hermanos, solo quiere poder convivir sin dramas, sin tener que medir cada gesto por temor a herir a su madre.
Lo más triste es que quien más sufre con todo esto no es solo Ainhoa. Es Iñaki. El exduque de Palma soñaba con rehacer su vida, con tener una familia unida, aunque distinta. Pero ve cómo todo se desmorona por culpa de una guerra silenciosa que su exmujer no parece dispuesta a frenar.
Pablo, con madurez y valentía, ha dicho lo que muchos ya pensaban: es momento de soltar el rencor y dejar vivir. Porque seguir atados al pasado solo destruye el presente. “Si de verdad quiere a sus hijos, la infanta Cristina debería dejar de lado el orgullo y permitirles vivir en armonía, sin cargar con heridas que no les pertenecen.”