Pagó millones a Iñaki Urdangarin para proteger a Felipe VI
Una revelación del emérito reaviva las dudas sobre el caso Nóos
La publicación de Reconciliación, las memorias del rey Juan Carlos, pretendía ser un ejercicio de lavado de imagen. Sin embargo, entre elogios, silencios estratégicos y nostalgias, se ha colado una confesión inesperada: el emérito reconoce que él mismo financió durante años la defensa judicial de Iñaki Urdangarin. No se trata de una anécdota, sino de una revelación que permite entender hasta qué punto el padre de Felipe VI estaba dispuesto a mover cielo y tierra para evitar que el caso Nóos acabara arrastrando a toda la institución. Mientras la autora, Laurence Debray, pasaba por alto matices esenciales, varios periodistas han detectado lo que parece un desliz monumental: Juan Carlos pagó, mes a mes, la minuta del abogado de su yerno desde 2011 hasta 2018. Siete años. Ochenta y cuatro meses. Una auténtica fortuna destinada a comprar silencio… y tiempo.
Los que siguieron el juicio en Palma sabían que la tensión no estaba solo en las pruebas, sino en la posibilidad de que Urdangarin hablara más de la cuenta. La familia del exduque presionaba para que contara la verdad: que había entrado en el negocio de las comisiones porque su suegro le había mostrado que en la Casa Real se cobraba “por ser quien se es” y que jamás había pasado nada. Si Iñaki hubiera confirmado eso ante un juez, la Corona habría quedado herida de muerte. Y Felipe, inevitablemente, abocado a abdicar. Juan Carlos lo sabía. Por eso, cuando el escándalo amenazaba con señalarle directamente, sacó la chequera.

El dinero como cortafuegos: cómo Urdangarin nunca llegó a hablar
La estrategia era antigua como el poder: quien paga, manda. Juan Carlos sufragó la defensa de Iñaki con generosidad. No solo porque este no tenía acceso a sus cuentas congeladas, sino porque el emérito temía una traición judicial que lo expusiera como corrupto. Pagar al abogado Mario Pascual Vives, amigo de amistades comunes, discreto y cercano, garantizaba algo más que un buen trabajo legal: garantizaba fidelidad. Era impensable que un letrado financiado por el propio rey aconsejara a su cliente confesar contra quien le estaba pagando. La omertá estaba servida.
Un secreto que explica demasiadas cosas
Según recoge Vanitatis, el propio Juan Carlos admite que asumió parte de los gastos del matrimonio y que pidió ayuda a un amigo para sostener toda la estructura. Mientras Cristina contaba con Miquel Roca, uno de los padres vivos de la Constitución, Urdangarin tenía a un abogado elegido más por afinidad personal que por ambición. El resultado fue claro: Iñaki acabó en prisión, pero jamás señaló al emérito. Y la Corona sobrevivió. No por justicia… sino por dinero.