Zarzuela está preocupada por la amante de Juan Carlos I, muerta embarazada de cinco meses
De netre todas las amantes, ella es la que más miedo mete a la Casa Real
Ahora que el verano avanza y todo parece tranquilo en la Casa Real, un libro ha logrado desatar un nerviosismo que muchos preferían evitar. Se trata de las memorias de Bárbara Rey, donde la vedette promete narrar, con detalle y sin filtros, su relación con Juan Carlos I, removiendo recuerdos que en Zarzuela querían mantener en silencio.Sin embargo, lo que más inquieta no es lo que Bárbara pueda contar de su propia historia, sino el eco que este relato trae consigo. Porque hay un nombre que siempre regresa cuando se habla del emérito: Sandra Mozarowsky.
La joven actriz apenas tenía 18 años cuando, en 1977, perdió la vida tras precipitarse desde el balcón de su casa. Estaba embarazada de cinco meses, y aunque el caso se archivó como un accidente doméstico, la versión de que cayó mientras regaba las plantas nunca convenció del todo. No hubo autopsia, no hubo explicaciones claras, y lo que quedó fue un velo de misterio que, con el paso del tiempo, solo se ha hecho más espeso.

Un nombre que aterra a la Casa Real
En Zarzuela saben que cada vez que se reabre la conversación sobre las mujeres que pasaron por la vida del emérito, el nombre de Sandra Mozarowsky se convierte en un tema imposible de esquivar. El libro de Bárbara Rey podría provocar un efecto dominó, arrastrando de nuevo a los medios el caso de Sandra, obligando a recordar aquella historia que muchos prefieren dejar enterrada por el miedo a todo lo que podría llegar a provocar.
De hecho, la publicación de estas memorias no llega en un momento cualquiera. Lo hace mientras el estado de salud de Juan Carlos I se deteriora, mientras la monarquía lucha por mantener una imagen de estabilidad, y mientras Felipe VI y Letizia tratan de reforzar una institución que no puede permitirse más escándalos.
Por eso, lo que iba a ser un verano de perfil bajo en Zarzuela se ha convertido en semanas de contención, de llamadas cruzadas y de temores renovados. Porque cada línea que Bárbara Rey escriba puede reactivar preguntas que, por más que pasen las décadas, no tienen respuesta.