Zarzuela tiene un cura que confiesa a Felipe VI y a su madre y reza por la tía Pecu
La religión forma parte del día a día de la reina Sofía
La fe sigue siendo uno de los pilares más sólidos en la vida de la familia real española. En Zarzuela, esta devoción se refleja en gestos cotidianos, silenciosos, pero llenos de significado. Así, Felipe VI y la reina Sofía cuentan con un sacerdote que los acompaña, los escucha en confesión y, sobre todo, reza junto a ellos por los momentos más difíciles, como la actual situación de Irene de Grecia, conocida cariñosamente en la familia como la tía Pecu.
La salud de Irene es crítica. La enfermedad del olvido avanza sin freno y su estado físico y cognitivo se deteriora día a día. Apenas se levanta de la cama, necesita comida triturada y ya no reconoce a casi nadie. Ante esta realidad, la preocupación de la reina emérita es constante y profunda. Desde hace semanas, Sofía no solo medita y ora por el bienestar de su hermana, sino que lo hace acompañada de su hijo, Felipe VI, quien también se une a estas plegarias, buscando consuelo y esperanza frente a la gravedad de la situación.

Cada día se repite la misa
Cada día, en la intimidad de la capilla de Zarzuela, la familia real mantiene un ritual que combina devoción y apoyo emocional. La confesión de Felipe VI, los consejos del sacerdote y las oraciones de la reina son un intento de sostener a Sofía ante la tristeza y la impotencia que genera la enfermedad de Irene. La monarca encuentra en estas misas un respiro frente al dolor y un modo de mantener la esperanza de que su hermana pueda encontrar algún alivio, aunque sea pequeño, en medio de su deterioro.
La devoción de la familia no es solo un gesto religioso, sino una herramienta para afrontar la fragilidad de la vida. En cada rezo se mezcla la fe con el amor profundo hacia quienes ya no pueden valerse por sí mismos. La tía Pecu, siempre presente en los pensamientos de Sofía, se convierte así en el centro de estas plegarias, símbolo de la unión familiar y del cuidado que la Corona mantiene hacia sus miembros más vulnerables.
Así pues, mientras Zarzuela sigue con su ritmo de audiencias y compromisos oficiales, existe un espacio sagrado donde Felipe VI y la reina Sofía se refugian en la oración, rezando por la gravedad del estado de Irene de Grecia, un gesto íntimo que demuestra que la fe sigue siendo un sostén indispensable frente a la enfermedad y la pérdida.