Fútbol femenino: La desigualdad convertida en lesión

Fútbol femenino: La desigualdad convertida en lesión

El fútfem continúa su lucha para acabar con las diferencias discriminatorias; En el ámbito médico tampoco se equipara al masculino.

Un reportaje de: Desireé Moya Hernández

 

La eterna oscuridad que queda tras los párpados cerrados. Ese agujero negro en el que te adentras hasta lo más profundo. Tienes miedo de abrir los ojos y mirar a tus compañeras. No quieres ver esa expresión de preocupación en sus rostros. Estás paralizada por el dolor, pero el pánico todavía es más grande. Recorre cada una de las extremidades de tu cuerpo y lanza una señal de alarma a tu cerebro que te dice: “Se acabó”. Parecen dos simples palabras, pero están llenas de sueños y de vidas truncadas. El fútbol es el deporte rey prácticamente en todo el mundo, pero no hay que olvidar que también tiene a sus reinas. Tal y como se refleja en la página oficial de la Real Federación Española de Fútbol, la categoría femenina de este aclamado deporte no llegó a España hasta la década de los años 70. Hubo que esperar hasta octubre de 1980 para que la Federación reconociera oficialmente a los clubes que se habían creado y al primer campeonato que se disputó en el país: la Copa de la Reina Sofía, hoy conocida como Copa de la Reina, que comenzó en 1982. En cambio, la Liga oficial de fútbol se fundó en la temporada 1988/1989. A día de hoy, y a pesar de los avances en este género, todavía existen amplias diferencias entre el fútbol masculino y el femenino.

 

Al otro lado del campo

 

En la fría consulta del ilustre doctor Mariano de Prado espera Andrea Segura, ex jugadora del Elche C.F. Femenino. La tensión que soportan tanto ella como su padre es tal que no puede estar quieta. Necesita un diagnóstico fiable acerca de la lesión que sufrió en enero de 2015, han pasado ya seis meses y todavía no tiene una explicación de lo que le sucede. Cuando más ensimismada está en sus pensamientos, escucha esas dos palabras: "Se acabó", seguido de un: "No hay nada que hacer". En ese momento siente cómo su mundo se viene abajo. El fútbol es su vida, lleva pegada a un balón desde que tiene uso de razón y no es capaz de imaginar su futuro sin uno al que poder golpear.

 

"El problema de mi lesión ha sido que en ningún momento me dijeron el tiempo que tardaría en volver a jugar, eso es lo que quiere cualquier futbolista. Fueron meses y meses de no saber qué me pasaba, de entrenar con mucho dolor y de tratamientos que no servían para nada. Llegó un punto en el que no sabía si iba a volver a jugar porque no tenía un diagnóstico". Así explica Andrea cómo vivió ese fatídico momento en el que su mundo se desmoronó por completo.

 

Andrea Segura

 

Andrea Segura pasó varios meses luchando para que la Federación se hiciera cargo de su lesión. Tan solo buscaba lo que consideraba que se merecía, al igual que los demás futbolistas de categorías inferiores de diferentes clubes; pero la Federación se desentendió de su caso. "Lo que me han dado a entender es que la Federación es una empresa de seguros que busca el beneficio económico. Como ellos piensan que el fútbol femenino no les sale rentable, ponen los mínimos medios posibles para tratar a sus jugadoras”, asegura la ex futbolista, y añade: "Solo me hicieron radiografías y se desentendieron, como hacen con casi todas las jugadoras. Así que fui a la sede de Alicante, donde me aseguraron que era inoperable; y a la de Elche. Allí el primer médico no era experto en el ligamento de lisfranc. El segundo me dijo que era de nacimiento y me dio el alta en marzo cuando no podía jugar al fútbol".

 

Después de una lucha constante durante meses, en los que se le pasaba de vez en cuando por la cabeza la idea de abandonar su pasión, llegaba la oportunidad de ponerse en manos de uno de los mejores médicos del país. El doctor de Prado fue el encargado de operar a James Rodríguez de su lesión en el pie cuando todavía era jugador del Real Madrid y fue el que destruyó las esperanzas de Andrea. "Después de todas las pruebas que me hizo el Elche, fui al doctor de Prado. Me dijo que mi lesión era inoperable y que no podría volver a jugar. Ese momento lo recuerdo como un hundimiento moral, donde desistí de lograr mi recuperación", contaba con amargura en la voz, aunque "Ese pensamiento duró poco y decidí agotar la última vía que Andrea Cerdá estuvo un año y nueve meses sin jugar porque la Federación no quiso operarla de la lesión en su rodilla conocía, la Seguridad Social. Estuve todo el verano de 2015 con tratamientos que no me servían de nada, pero eran fundamentales para entrar en la lista de espera. Eso me causó hipersensibilidad en el empeine. Finalmente me llamaron el 12 de febrero de 2016 para operarme".

 

Pero ahí no terminaba todo. "Aunque mi recuperación no se quedó ahí y probé un tratamiento con acupuntura que me eliminó el 60% del dolor. Gracias a eso pude volver a jugar, porque antes era siempre el mismo proceso gimnasio-trotar-grupo-y vuelta a empezar", asegura Andrea. El 28 de enero de 2017, después de dos años sin poder disfrutar de su verdadero estilo de vida, volvió a sentir los nervios en el estómago cada vez que pisa un terreno de juego para disputar un partido. El destino quiso que su reaparición fuera donde se lesionó, el campo del Villarreal.

 

Apartar la mirada

 

Este no es el único caso en el que la Federación decide hacer oídos sordos y quitar la vista ante una lesión en el fútbol femenino. Otro de los casos en la Comunidad Valenciana recae sobre Andrea Cerdá, una amante del deporte que mueve el mundo. La jugadora del Sporting Plaza Argel, que ha disputado partidos con la Selección Sub 16 y Sub 18, se lesionó la primera semana de pretemporada con el Benidorm en agosto del 2014. Se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha en una jugada individual. Ese 6 de agosto comenzó todo. “Se me pasó por la cabeza dejarlo. Incluso después de operarme, porque al estar ocho meses sin tratamiento la recuperación fue más lenta. Al final fui a la Seguridad Social, porque el coste de esa operación ronda los 6.000 u 8.000 euros. Pero como es lo que de verdad te gusta haces lo que sea por volver”, asegura Andrea Cerdá. Andrea Cerdá estuvo un año y nueve meses alejada de los terrenos de juego y todo porque tanto la Federación, como su club en aquel momento, se desentendieron de la lesión. Fue entonces cuando el Elche volvió a llamar a su puerta para informarse de su situación. El club ilicitano se encargó de realizarle las pruebas pertinentes y de que tuviera una consulta con el doctor Ripoll para poder llevar esa información a la Seguridad Social. El club franjiverde hizo efectivo su fichaje una vez la jugadora se sometió a la operación, facilitándole así todos los medios para que su recuperación fuera lo más corta posible. Ya el verano de su lesión los ilicitanos intentaron incorporarla a la plantilla, pero Andrea Cerdá se decantó por el Benidorm.

 

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Aunque siempre hay excepciones. Ese es el caso de María Abad, ex jugadora del F.C. Bahía Santa Pola Femenino. La santapolera sufrió una lesión en su rodilla en septiembre de 2014 y tanto su club como la Federación colaboraron para su tratamiento, a pesar de que estuvo un largo periodo de tiempo para conseguir el diagnóstico final. Antes de ese le dieron cuatro diferentes como consecuencia de no hacerle una resonancia desde el principio, que es lo que ella consideraba más adecuado. Además, el equipo de la villa marinera la asesoraba en todos los trámites que tenía que ir pasando para llegar al final de esa ardua carrera. "En marzo de 2015 recibí una llamada citándome para la operación, pero tuve que rechazarla porque acababa de conseguir un trabajo y no podía renunciar a él. Al final, en julio de este mismo año logré operarme a través de la Seguridad Social", comentaba María.

 

Fútbol de primera línea

 

Los clubes que tienen equipos femeninos en la Liga Iberdrola también son un ejemplo de la diferencia del trato que sufren, comparándolas con sus compañeros del primer equipo masculino. El Espanyol Femení y el F.C. Barcelona Femení son un claro ejemplo de ello. En el equipo perico se encontraba el caso de Anair Lomba (Lombi). La jugadora gallega se rompió el ligamento cruzado anterior de la pierna izquierda en la última jugada que enfrentaba a su equipo frente al Betis en diciembre del año pasado. Se perdería lo que quedaba de temporada, dado que el tiempo de recuperación de esta lesión oscila entre los seis y los nueve meses. Ante esta situación el Espanyol le proporcionó a profesionales para tratar su lesión, pero hubo algo que no le facilitó, como confiesa Lombi: "En la ciudad deportiva no me permiten utilizar todas las máquinas que me beneficiarían, cosa que sí que tiene el primer equipo masculino. Tenemos el mismo gimnasio que tiene todo el fútbol base".

 

En el caso del club blaugrana este año se ha dado una situación que no suele trascender a los medios de comunicación. Leire Landa sufrió una grave lesión en su rodilla por segunda vez en su carrera, lo que propició que el club catalán decidiera que la jugadora ya no era apta para que formara parte de las integrantes de la plantilla. "El 23 de septiembre me reúnen con el club y me dicen que mis rodillas no son funcionales, que haré más de dos meses de rehabilitación", aseguraba la gallega. Pero las malas noticias nunca vienen solas y eso no fue lo único que le comunicaron desde el club. "Nadie me ha dado una explicación coherente de lo que ha pasado. Me esperaba muchísimo más por parte de mis compañeras. Fue una situación complicada en la que de un día para otro me quedé sola”, aseguraba Landa. "Me apartaron del equipo y no hubo ninguna reacción al respecto. Si queremos que el fútbol femenino crezca no podemos permitir que a las futbolistas les sucedan cosas como las que me han pasado a mí", confesaba en una entrevista a FutFem. Esta situación la ha llevado a colgar las botas y retirarse del fútbol profesional, después de salir por la puerta de atrás del club azulgrana.

 

Los avances

 

No todo es malo en el presente del fútbol femenino. Desde el año 2014 este género del deporte más seguido en todo el planeta tiene a su propia hada madrina. Una madrileña licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y ex jugadora profesional, Ana Rosell. Ella fue la encargada de crear AR10, un grupo empresarial especializado en gestión deportiva, cuyo lema es que "ninguna niña se quede sin jugar al fútbol" y poco a poco lo está logrando.

 

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El éxito de esta idea se sustenta en los cuatro pilares que son la base de todo el progreso que han tenido. Primero tienen la gestión, con la Escuela AR10 Soccer Talent y el club CD Tacón. Segundo está la formación, con el curso de especialista en fútbol femenino impartido en la Universidad Francisco de Vitoria y con el programa de becas deportivas en Estados Unidos. En tercer lugar, tienen su propia consultoría donde representan y asesoran a las jugadoras. Y en el cuarto pilar se encuentra algo tan fundamental hoy en día como es la tecnología, con un equipo de eSports y un software propio para el análisis biomecánico postural de las futbolistas.

 

Además, colaboró en el primer debate futbolístico femenino que se ha producido en televisión a través de GOL TV, donde reconoce que vivió ese momento con mucha alegría. "Hay que repetirlo para que no se quede en una anécdota. Lo importante es que las grandes cadenas empiezan a apostar y pueden medir la respuesta del público con datos objetivos. La Eurocopa de Holanda ha dado cifras muy buenas de audiencia que demuestran que la acogida del público es importante y que hay que ser optimista", aseguraba Rosell. Este es uno de los pasos firmes que se están dando para recortar distancias con el mundo del fútbol masculino.

 

 

La desigualdad perdura

 

Que la diferencia entre el fútbol masculino y el femenino es abismal es algo obvio. El deporte que mueve a las masas, maneja cantidades desorbitadas de dinero. Entre las retransmisiones de los partidos, la venta de camisetas, las entradas a los partidos, la publicidad, el merchandising y los títulos que van cosechando; entran a las arcas de los clubes millones y millones de euros cada temporada. Un ejemplo de ello se encuentra en el Real Madrid. El club blanco ingresó 577 millones de euros en la temporada 2014/2015 según un análisis de la consultora Deloitte. En cambio, en el fútbol femenino no se cosecha tanto. Por una parte, la entrada a los partidos de la Liga Iberdrola suelen ser gratuitos (o cuestan 3 ó 5 euros). Por otra parte, los clubes no facturan tanto por las ventas de camisetas, publicidad y todos los demás medios de los que goza el masculino. Pero, ¿eso es un motivo de peso para que las condiciones médicas y laborales sean polos tan opuestos?

 

Se puede apreciar que los clubes del fútbol base apuestan fuerte por el fútbol femenino y por sus jugadoras, como se ha podido ver con el Elche C.F. o con el F.C. Bahía Santa Pola; pero parece que los de Primera División Femenina no son capaces de prestar la misma atención y ayudar a sus jugadoras como a sus futbolistas del Primer Equipo. Cuando están solas frente a una gran institución, es cuando realmente sienten el vacío que su propio club ha creado a base de negativas a tenderles una mano. Cuando creen que no pueden continuar con la lucha, aparece un rayo de luz que les indica hacia dónde deben caminar porque no pueden rendirse. Tampoco quieren hacerlo, a pesar de que todo esté en su contra y de que sus instintos les griten que no lograrán nada. Porque la lucha por mostrar la verdadera cara del fútbol femenino dista mucho de haber acabado. Una cara que, como todo en la vida, tiene luces y sombras. Unas sombras que amenazan con apagar la luz del brillante futuro de las reinas del fútbol.

 

Desireé Moya Hernández

@DesiMH20

d_esirepola@hotmail.com