Parte del madridismo no ve bien la renovación de Cristiano Ronaldo

Parte del madridismo no ve bien la renovación de Cristiano Ronaldo

El tema genera un debate sano y real. No se trata de que sean muchos o pocos. Es un pensamiento sin forofismos ni prejuicios de por medio, sólo con números y visión de futuro encima de la mesa.

Si es usted madridista y cree o afirma que el Real Madrid debería escuchar ofertas y, si llega una buena oportunidad, traspasar a Cristiano Ronaldo este verano, probablemente se gane muchas críticas de parte de 'compatriotas madridistas'. Incluso algún que otro insulto. Pero el tema de debate en torno al portugués es real y existe, y se ha agudizado después de que esta semana hayamos conocido que la directiva blanca está dando los primeros pasos para renovar al crack portugués hasta 2020. Actualmente, Cristiano tiene contrato en vigor hasta junio de 2018 y 30 años cumplidos, la edad que suele marcar un antes y un después en la carrera de un futbolista.

 

"¿Que le vamos a renovar? No, por favor". Estos son comentarios escuchados a público asistente de forma habitual al Santiago Bernabéu. Algunos socios abonados, madridistas todos, sin sospechas de ninguna clase. Y no son comentarios cuya base consista en ningún tipo de crítica o rencor al jugador más importante que ha tenido el club en la última década, probablemente uno de los más importantes de toda su historia. Eso es un hecho consumado, al igual que lo es que a Cristiano Ronaldo le queda menos fútbol por delante que el que ya ha ofrecido. Por eso, renovarle para extender su vinculación con el Madrid en los próximos cuatro años tiene sus riesgos. En junio de 2020 el portugués tendrá 35 primaveras, edad a la que muchos ya se han retirado.

 

Cristiano

 

Eso es, precisamente, lo que defienden los partidarios de una venta "a tiempo". Algunos incluso ya le habrían puesto el cartel de transferible y le habrían vendido hace una temporada, cuando empezó a dar muestras de flaqueza física y empezó a sufrir la transformación como jugador que cada vez es más evidente. Con el paso de los meses y de los partidos, Cristiano es más un delantero que hace muchísimos goles que un jugador total. Aquellas jugadas de potencia física, esas carreras de decenas de metros por la banda con bicicletas, autopases y disparos brutales desde treinta metros brillan por su ausencia no ahora, sino desde hace más de un año. Casi todos los tantos que marca son de '9' de área, muchos de ellos de cabeza, de remate directo o de penalti o falta. Goles a un toque. Y si a eso añadimos que nunca fue un hombre especialmente inquieto por participar del juego del resto de sus compañeros y sí tendente al indivicualismo, nos sale un 'problema' que va en aumento en cuanto a condicionar al resto del once inicial.

 

Aquellos que consideran estas explicaciones meras comparsas para justificar lo que creen es un sacrilegio, vender al símbolo de la entidad (que lo es, de eso no hay dudas), al tipo que más goles marca, al estandarte, líder, Balón de Oro, llámenle como quieran... son probablemente mayoría. Cristiano sigue siendo un líder indiscutible sobre el campo y, objetivamente, es el pilar en el que se sustenta el juego de ataque blanco y el hombre que marca más goles. Pero muchos creen que venderle ahora que todavía tiene mucho cartel, recuperar la inversión que se hizo por él o acercarse (futbolísticamente está más que amortizado) y dar paso a jugadores que ofrezcan cosas diferentes en combinación con otros goleadores harán que el equipo evolucione y no note tanto la ausencia del luso. En todo caso, lo destacable es que el debate está ahí y nadie tiene la razón absoluta, tanto en un sentido como en otro los partidarios de una u otra decisión tienen parte de la misma.

 

Lo que sí es más discutible es si al Real Madrid le conviene ampliar el contrato de Cristiano o si sólo bastaría con que cumpla el que ya tiene firmado hasta 2018. Existe el temor de  que el club acabe siendo 'prisionero' de sus decisiones, algo que ya sucedió en el pasado con Iker Casillas, con consecuencias ya vistas. En todo caso, parece que ganarán los partidarios de que se quede. Y a buen seguro, el madridismo, piense o no que sea un error, seguirá disfrutando de sus goles y de su particular forma de entender la vida y el fútbol.