El movimiento de Zidane que hizo alucinar al vestuario del Real Madrid

El movimiento de Zidane que hizo alucinar al vestuario del Real Madrid

El técnico francés sigue enterrando los tópicos que se conformaron desde que inició su andadura en el banquillo del primer equipo.

Zinedine Zidane consiguió el pasado sábado una de sus victorias más trabajadas desde que es entrenador del Real Madrid, hablando de sus partidos en el Santiago Bernabéu. La temporada pasada, el entrenador francés consiguió que prácticamente todos los partidos en casa fuesen un festival ofensivo y de goles por parte de los blancos, pese a que lejos del coliseo merengue se tuviesen más dificultades. La victoria por 2-1 ante el Celta en un partido que, es cierto, se pudo empatar o incluso perder, deja al Madrid a dos triunfos de igualar la mejor racha liguera de la historia, de momento en poder del Barça en 2010. Y van 14 seguidas.

 

Y este Madrid 2.0 de Zizou consiguió tumbar a un gran Celta con ciertos movimientos tácticos que no deberían pasar desapercibidos para el espectador. Decisiones que bien pudieron, como hemos dicho, suponer la derrota. El contragolpe cortado in extremis por Toni Kroos, que después acabaría marcando el gol de la victoria, con empate en el marcador y con el partido agonizando, demostró dos cosas: que este Madrid va a ser muy valiente gracias a su entrenador, y que a Zidane poco le importa perder si no va ganando. Para él, los empates, especialmente si son en casa, son iguales que las derrotas.

 

 

Este Madrid siempre intentará atacar manteniendo la posesión, siendo aguerrido y netamente ofensivo. Y cuando no pueda jugar cómodamente, como fue el caso del sábado, se tomarán riesgos, a veces extremos. Es lo que pudimos ver, y es a lo que llevaron los movimientos de banquillo de Zidane con los cambios: Lucas Vázquez, James y Mariano (la entrada más arriesgada al quitar a Morata) para buscar el partido, con Kroos lanzado hacia delante y los laterales actuando casi como extremos, quedando únicamente los dos centrales y Casemiro para defender. Todo ello aderezado con una presión muy alta sobre el rival, fruto de la cual llegaron los dos robos de balón que precedieron a los dos tantos del Real Madrid.

 

Zidane jugó valientemente con la pizarra y ganó. La falsa fama de ‘entrenador florero’ que algunos quieren atribuirle va quedando enterrada a través de una propuesta por la que puede que le lluevan críticas a veces, pero cuya valentía no puede negarse, así como su sello de identidad. De hecho, en el vestuario alucinaron con sus decisiones durante el partido: sacar a James, más que cuestionado por su posible salida, quitando a Luka Modric, timón y el mejor de la primera mitad. Una apuesta que le hubiese costado palos si el Madrid no hubiese ganado; sacar a Mariano, un delantero canterano sin experiencia apenas en Primera buscando la victoria… son gestos que demuestran personalidad e ideas claras. Por menos que eso, a Guardiola en su día se le hizo una estatua en Barcelona. Al vestuario le gusta.