Carlos III prueba un tratamiento alternativo a la quimioterapia
El Rey de Inglaterra va buscando nuevas formas de mejorar

El estado de salud del rey Carlos III sigue siendo una incógnita, pero lo que ya no se oculta en los pasillos de Buckingham es la magnitud del desgaste físico que está sufriendo. Y es que, aunque no ha abandonado por completo la quimioterapia, el monarca británico ha decidido explorar caminos paralelos en busca de alivio. No se trata ya de una cura, sino de resistir, de ganar tiempo, de poder levantarse cada mañana con fuerzas suficientes para sostener el peso de la corona.
Entre las prácticas que ha incorporado a su día a día destaca la controvertida terapia Gerson, una disciplina sin aval científico que ha despertado un intenso debate en Reino Unido. Tal como reveló la periodista Concha Calleja, el tratamiento incluye enemas de café administrados a diario durante tres semanas, una dieta extrema basada en hasta 13 zumos naturales al día, y costosas inyecciones de vitamina B12 y extracto de hígado de bacalao. Todo ello por un coste que supera los 4.900 euros semanales, más 20.000 euros adicionales solo por las inyecciones.
Carlos III y un tratamiento de baja credibilidad
La comunidad médica ha sido tajante. La organización Cancer Research UK ha reiterado que no existe ninguna evidencia que demuestre la eficacia de esta práctica frente al cáncer. Y voces como la del prestigioso oncólogo Michael Baum han sido aún más rotundas: “El rey se ha equivocado”, sentenció.
Pero Carlos III no se detiene ahí. Según reveló el diario ABC, el monarca también acude a sesiones regulares de yoga terapéutico. Y, en un gesto que ha sorprendido incluso a su círculo más cercano, ha comenzado a utilizar cannabis medicinal con fines paliativos. El objetivo es claro: amortiguar el dolor crónico que le impide mantenerse activo y preservar, en lo posible, su agenda institucional.La realidad es que el uso de cannabis medicinal no es algo nuevo en el Reino Unido. Desde 2018, su consumo está autorizado para determinados pacientes con patologías graves. Ahora, también un rey se agarra a esta opción para no rendirse.
Así pues, mientras las obligaciones reales se acumulan, Carlos III libra su propia batalla en silencio, entre zumos, meditación y la esperanza de poder seguir siendo rey un día más.