Compañeros de la infanta Sofía en Lisboa explican que colecciona faltas por indisciplina
Una vida más libre que le está pasando factura en clase
La llegada de la infanta Sofía a Lisboa fue recibida con expectación. No solo porque significaba el inicio de una etapa universitaria lejos de España, sino porque el centro elegido por sus padres destacaba por un modelo pedagógico muy distinto al habitual. En esta institución se apuesta por un enfoque dinámico, donde los primeros días de clase se dedican a actividades de integración, retos en grupo y escapadas educativas. La idea es simple: que los estudiantes desarrollen liderazgo, creatividad y capacidad para convivir en un entorno diverso.
Este estilo de aprendizaje no le resulta ajeno a Sofía. Tras su experiencia en Gales, donde completó el bachillerato, ya estaba familiarizada con métodos más participativos y menos centrados en la memorización. Quizá por eso se ha adaptado rápidamente al ambiente del campus portugués.
Su vida cotidiana también ha dado un giro. Por primera vez disfruta de una libertad que antes no tenía. Comparte residencia con otros estudiantes, sale a explorar la ciudad y poco a poco ha formado un pequeño círculo de amigos con quienes se la ve paseando por las calles lisboetas. Esa cercanía con la vida estudiantil tradicional, sin embargo, conlleva una exposición constante: cámaras, turistas curiosos y paparazzi siguen sus movimientos a diario.

Retrasos, ausencias y comentarios entre los compañeros
Pero esa nueva libertad parece tener una cara menos favorable. Aunque la mayoría de sus compañeros hablan de ella con simpatía, varios admiten que la infanta no es precisamente la más puntual de la clase. Las mañanas, según cuentan, se le resisten. No es raro verla llegar a toda prisa cuando la sesión ya ha empezado, ni escuchar el golpeteo apresurado de sus pasos entrando en el aula con retraso.
El centro registra estas llegadas tardías como faltas por indisciplina, una norma que se aplica a todo el alumnado sin excepción. Y según explican algunos estudiantes, Sofía ha acumulado ya varias de estas anotaciones. También se comenta que en más de una ocasión ha faltado a clase sin justificar, algo que la institución considera especialmente serio.
Los profesores mantienen la discreción y evitan hacer declaraciones, pero entre los alumnos el tema circula con naturalidad. Para muchos, Sofía está simplemente aprendiendo a gestionar una vida con más autonomía. Para otros, aún está en proceso de encontrar el equilibrio entre la libertad recién estrenada y las exigencias académicas. En cualquier caso, su vida en Lisboa sigue generando interés… dentro y fuera de las aulas.