Esperpéntico, Letizia desprecia al rey delante de todos los invitados a la comida de El Pardo
Un encuentro familiar que no pasó desapercibido entre los invitados
La reciente comida en El Pardo reunió a miembros de la familia real en un ambiente que, sobre el papel, prometía ser cordial y distendido. Sin embargo, lo que muchos esperaban como un reencuentro discreto entre el rey emérito Juan Carlos y la reina Letizia terminó generando comentarios y miradas sorprendidas entre los invitados. La tensión se hizo palpable desde los primeros minutos, dejando claro que las diferencias familiares todavía pesan más que la etiqueta de la Casa Real.
Durante el evento, Juan Carlos y Letizia se encontraron después de tiempo sin verse en un acto público tan cercano, pero la interacción fue mínima. La reina se mantuvo la mayor parte del tiempo alejada del rey emérito y evitó cualquier gesto que pudiera interpretarse como cordial. Los invitados notaron que Letizia pidió no sentarse en la misma zona que él, evitando deliberadamente que la proximidad generara algún tipo de acercamiento. Este comportamiento, considerado por algunos como un “desprecio sutil”, evidenció que el reencuentro no fue tan amigable como se esperaba.

Una comida marcada por la distancia y las miradas
A lo largo de la comida, Letizia se centró en otras conversaciones, mostrando poco interés por interactuar con Juan Carlos. La elección de su asiento, que se situó a considerable distancia del rey emérito, no pasó desapercibida y dejó claro que buscaba mantener cierta distancia física y simbólica. Los murmullos entre los asistentes reflejaban la sorpresa y, en algunos casos, la incomodidad que generaba la situación.
Aunque la etiqueta impone ciertos protocolos, los gestos no verbales y la forma de ubicarse en la mesa hablaron por sí mismos. Este episodio pone de manifiesto que, más allá de las apariencias, las relaciones familiares dentro de la monarquía siguen siendo complejas y, en ocasiones, tensas. La comida en El Pardo será recordada no solo por el reencuentro entre Letizia y Juan Carlos, sino por cómo la reina decidió marcar distancia, dejando entrever que ciertos lazos, aunque sean de sangre, no garantizan cercanía ni reconciliación. Lo que debía ser un gesto de unidad familiar terminó convirtiéndose en un recordatorio público de que, en la Casa Real, las distancias emocionales a veces pesan más que la propia etiqueta.