Felipe VI es el beneficiario de una segunda herencia cargada de ceros

Un nuevo escenario patrimonial asoma en el horizonte del monarca

Felipe VI es el beneficiario de una segunda herencia cargada de ceros

En marzo de 2020, Felipe VI sorprendió al país. Anunció que renunciaba a cualquier herencia futura de su padre, Juan Carlos I. Lo hizo en un momento crítico, cuando los escándalos financieros del rey emérito llenaban titulares. Fue un gesto calculado para proteger la imagen de la Corona. No solo se apartó él, también dejó fuera a sus hijas, Leonor y Sofía.

El mensaje era claro: no quería beneficiarse de un dinero que pudiera estar manchado por la polémica. La decisión fue aplaudida por muchos y vista como un paso hacia una monarquía más transparente. Sin embargo, el tiempo ha abierto un nuevo escenario. Hoy, cinco años después, aquel compromiso que parecía inquebrantable se enfrenta a una prueba inesperada que podría poner en entredicho su imagen de monarca ejemplar.

Reina Sofía y Felipe VI

Una herencia que llega por otra vía 

La vida da giros inesperados. Ahora, en el horizonte aparece una segunda herencia. Esta vez, no de su padre, sino de su madre, la reina Sofía. Todo indica que Felipe VI figura como principal beneficiario en su testamento.
Sofía de Grecia ha construido una fortuna sólida. Bienes inmuebles, inversiones y cuentas en el extranjero forman parte de su patrimonio. No llega a las cifras astronómicas que se atribuyen a Juan Carlos I, pero sí supone una suma que podría colocar al actual monarca entre las grandes fortunas del país.

La situación se complica con otro detalle: la reina Sofía es también heredera parcial del rey emérito. Parte de ese dinero pasará a sus manos, y de ahí, en algún momento, al rey Felipe. De forma indirecta, una parte de la fortuna que rechazó podría acabar en su patrimonio.
Hasta ahora, no existe un anuncio oficial de que vaya a renunciar a esta herencia materna. Por eso, el escenario está abierto. Podría recibir propiedades en el extranjero, activos financieros y piezas históricas de gran valor.

La paradoja es evidente. El monarca que quiso marcar distancia con el pasado podría terminar heredándolo por una puerta lateral. Si no hay un nuevo gesto público de renuncia, su figura quedará de nuevo vinculada a la riqueza familiar. Y esta vez, sin la justificación de proteger la institución frente a un escándalo.