Felipe VI ha utilizado a sus hermanas para negociar con su padre la inocencia de la reina Sofía

Un gesto discreto que refuerza la imagen de la reina Sofía dentro de la familia real

Felipe VI ha utilizado a sus hermanas para negociar con su padre la inocencia de la reina Sofía

Felipe VI siempre ha sabido moverse con prudencia en los momentos delicados. Y este era uno de ellos. Con la publicación de las memorias de Juan Carlos I, el actual monarca entendió que se abría una oportunidad única. En ellas, el rey emérito dedicaba palabras de afecto y respeto hacia la reina Sofía. Hablaba de su amor, de los años compartidos y del apoyo que ella le brindó incluso en los peores momentos.

Para Felipe era clave que la figura de su madre saliera reforzada. Sofía había sido, durante décadas, un símbolo de estabilidad dentro de la Casa Real. Sin embargo, los escándalos que rodearon al emérito también la habían salpicado, aunque de manera injusta. Felipe no quería que el nombre de su madre quedara asociado a ninguna sombra.

Por eso, según varias fuentes, el rey habría pedido ayuda a sus hermanas. Fueron Elena y Cristina quienes se acercaron a su padre para interceder. Le pidieron, en nombre de Felipe, que cuidara las referencias a Sofía en sus memorias. Que no hubiera espacio para dudas ni interpretaciones dañinas. Juan Carlos entendió el mensaje.

La Reina Sofía

El resultado fue claro: en el libro, el emérito habla con afecto y admiración de la reina Sofía. La describe como una mujer leal, paciente y siempre al lado de su familia. Un gesto que no es casual, sino parte de una estrategia discreta para proteger la imagen de la madre de Felipe VI.

Sofía, la figura que sale más fortalecida

La jugada de Felipe funcionó. La reina Sofía ha salido reforzada de todo este proceso. Su imagen pública vuelve a brillar. Se la percibe como una mujer íntegra, ajena a las polémicas, con una vida dedicada al deber y a la familia.

Las memorias de Juan Carlos, más allá de su contenido histórico, se han convertido en una especie de reivindicación personal hacia ella. Un reconocimiento tardío, pero sincero. Y, de algún modo, un cierre de heridas familiares. Felipe VI, en silencio, ha logrado lo que buscaba: que su madre no saliera más perjudicada. Que el recuerdo de Sofía quedara limpio, inocente de toda duda. Y que la historia la coloque, al final, donde siempre mereció estar: como la gran dama de la monarquía española.