Felipe VI pide a su hermana, la infanta Cristina, que tenga a Iñaki Urdangarin contento
Una conversación privada que busca mantener la calma en un momento delicado
Hace unas semanas saltó una noticia que sacudió de nuevo los pasillos de Zarzuela: según varios medios, el rey Felipe VI habría transmitido a su hermana Infanta Cristina de Borbón la necesidad de mantener a su ex–marido, Iñaki Urdangarin, “contento y tranquilo”. Esa petición no sería baladí: responde a la preocupación real de que cualquier mal paso del exduque, nuevas declaraciones, filtraciones o escándalos públicos, podría volver a poner en jaque la imagen de la institución monárquica en un momento en que cada gesto cuenta.
Esta responsabilidad habría recaído en Cristina. En un contexto en el que las tensiones familiares ya se suavizaron tras años de distanciamiento, mantener la calma parece la prioridad. Según fuentes, tras el turbulento episodio del matrimonio y su disolución, Felipe VI entiende que una “crisis familiar extra” no conviene. El silencio, la discreción y una convivencia lo más sosegada posible, aunque sea en el plano privado, se habrían convertido en la consigna.

La realidad de Urdangarin: nueva vida, nueva mujer
Mientras tanto, Iñaki Urdangarin lleva meses reconstruyendo su vida fuera del foco real. Tras su condena, su paso por prisión, y su divorcio oficial con la Infanta Cristina, el exbalonmanista ha decidido sincerarse públicamente,algo casi impensable hace años. En su reciente entrevista, reconoce que su matrimonio con Cristina marcó más de dos décadas de su vida, y lo define como “una familia de cuatro hijos” difícil de borrar.
En este nuevo capítulo, Urdangarin no está solo: afirma estar profundamente enamorado de Ainhoa Armentia, “la mujer que me ha amado sin pedir nada a cambio”, en sus propias palabras. Su relación con ella, su papel como padre alejado del escándalo, y sus ganas de iniciar una vida ordenada, con trabajo, rutina, tranquilidad, son su talón de Aquiles ante una posible explosión mediática.
Ese contraste, entre un pasado polémico y una vida presente más sosegada, es lo que, al parecer, motiva al rey a querer que todo siga en calma: evitar que las memorias, declaraciones o decisiones de Urdangarin reabran heridas, propicien titulares molestos o pongan en riesgo la estabilidad de la Corona. En esa ecuación, la Infanta Cristina tendría un papel clave como mediadora de un pacto silencioso, personal y estratégico.