Juan Carlos I comunica a sus dos hijas que la enfermedad no remite, está asustado, se apaga
Elena y Cristina ya saben que su padre no va a mejorar

Después del 87 cumpleaños de Juan Carlos I no ha llegado ni una sola buena noticia a Zarzuela sobre el estado de salud del emérito. En este sentido, después de que los médicos llegaran la conclusión de que el delicado estado físico del emérito era ya imposible de recuperar, en Zarzuela se han comenzado a preparar para lo peor. Y es que, con el paso de los meses, en Casa Real se han dado cuenta de que el padre de Felipe VI ha comenzado a arrastrar problemas de tipo cognitivo y psicológico, que se han sumado a su incapacidad física.
Esta situación ha desencadenado que Juan Carlos I ya haya hecho saber a sus hijas, Cristina y Elena, que su salud está muy lejos de mejorar. Más bien todo lo contrario. El emérito está teniendo pérdidas importantes a nivel cognitivo y psicológico y él mismo es consciente de ello. Lo que provoca que comience a estar asustado por su vida, ya que siente que se está apagando muy rápidamente.
Los síntomas del padre de Felipe VI son verdaderamente preocupantes. En Zarzuela saben que Juan Carlos I ya no recuerda a ciertas personas y no es esa persona avispada que fue en su día. Ahora es un hombre mayor debilitado y sin la capacidad para valerse por él mismo. Además, como asegura Diego Arrabal, el emérito llega a ser incapaz de reconocer a sus amigos. Unos problemas de memoria que nunca antes había mostrado.
Las fotos de Juan Carlos I no mienten
Además, a nivel físico, el emérito está peor que nunca. En las últimas fotos publicadas por la revista HOLA, hemos podido ver como Juan Carlos I está verdaderamente deteriorado. El aspecto físico del emérito es realmente preocupante. Y es que, como hemos podido ver, está muy delgado y muy desmejorado. Un claro síntoma de que los problemas en sus piernas y en la cadera han hecho mella en el cuerpo del padre de Felipe VI que ya no puede vivir sin asistencia durante las 24 horas del día.
Así pues, el propio Juan Carlos I ha transmitido a Elena y a Cristina su preocupación por el estado en el que se encuentra. El emérito no se reconoce a sí mismo. Pues, en pocos años ha pasado de ser un hombre rebosante de vitalidad a un cuerpo débil y deteriorado por los años y los problemas de salud.